La posibilidad de afrontar preguntas incómodas de la prensa, una rutina para cualquier presidente de Estados Unidos, supone un engorro para cualquier líder cubano, como se vio este lunes en la rueda de prensa de Barack Obama y Raúl Castro en La Habana, uno de los momentos centrales de la primera visita a Cuba de un presidente estadounidense en activo en 88 años.
Las diferencias no desaparecerán pero, como dejaron claro Obama y Castro, tampoco serán un obstáculo infranqueable para que continúe el proceso de deshielo iniciado en 2015.
Obama dijo que la falta de respeto a los derechos humanos es uno de los frenos para la normalización plena de las relaciones entre ambos países y reiteró que el futuro de Cuba corresponde decidirlo a los cubanos, sin injerencias extranjeras pero democráticamente. “Defenderemos los derechos humanos universales, incluido el derecho a la libertad de expresión, de reunión y de religión”, dijo.
Castro defendió la sanidad gratuita —limitada en EE UU— como un derecho humano y marcó el límite del acercamiento en el mantenimiento del sistema político que él mismo encabeza.
Obama intenta aislar los derechos humanos del resto de asuntos en discusión. El presidente recordó que EE UU cuenta con aliados que tienen sistemas distintos y citó a China como otro país con otro sistema —autoritario y controlado por el Partido Comunista, como Cuba y, sin embargo, las relaciones están normalizadas desde hace décadas.
El embargo comercial, cuyo fin Castro reclamó y que depende del Congreso estadounidense, “acabará”, dijo Obama, partidario de levantarlo. “Lo que no estoy del todo seguro es cuándo”, añadió.
En otro momento, Castro aclaró que por parte cubana el fin del embargo y la devolución a Cuba de la base de Guantánamo eran esenciales para garantizar el desarrollo de las relaciones.
La rueda de prensa, de más de una hora, era una reclamación de la Casa Blanca, un ejercicio de libertad de prensa que también forma parte de la agenda estadounidense en estas conversaciones. El Gobierno cubano acabó aceptando la petición.
El presidente cubano tuvo que responder preguntas sobre democracia y derechos humanos. En dos ocasiones, asesores se acercaron al podio para aconsejarle. Se desconoce qué le dijeron.
La jornada, la segunda de Obama tras aterrizar el domingo en La Habana, empezó con una ofrenda floral al monumento al poeta José Martí, héroe nacional de Cuba. La banda militar cubana interpretó el himno de Estados Unidos. Obama y su delegación escucharon firmes en la Plaza de la Revolución, una gran extensión de aire soviético rodeada de edificios gubernamentales y con un trasfondo icónico: los relieves en las fachadas ministeriales de los revolucionarios Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos.
(Con información de: El País)