Guadalajara, Jalisco.- La Liga de Ascenso es una jungla donde no siempre gana el equipo más fuerte ni el más capaz.
El circuito de plata, que se supone es el último filtro para que ingresen los equipos a la Primera División, no siempre envía a su representante más apto a competir al máximo circuito.
No es casualidad que UdeG apenas durara un año en la Liga MX, y que Dorados, el último ascendido, esté a punto de regresar de manera muy anticipada al Ascenso.
En el Ascenso MX compiten equipos que no tienen ni la solvencia financiera, ni la infraestructura deportiva para jugar en Primera División. Dicha competencia es en igualdad de oportunidades con aquellas escuadras que sí reúnen los requisitos básicos para jugar en el máximo circuito.
Basados en la solvencia de sus dueños y las empresas que respaldan a los equipos, apenas siete de los 16 participantes del circuito tienen estructuras financieras sólidas para dar el brinco al máximo circuito.
Comenzando con el superlíder UdeG, o el campeón del torneo anterior y poseedor de medio boleto para la Liga MX, Bravos de Ciudad Juárez; hasta el eterno Necaxa, pasando por el Celaya recientemente adquirido por el dueño de Comex, el Atlante de Alejandro Burillo, hasta el poderío económico de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla o la solvencia de Mineros, el hermano menor de Pachuca y León; lo cierto es que en el Ascenso son más marcadas las diferencias entre los que de verdad aspiran a ir a Primera División, y los que sólo participan en el futbol profesional.
Escuadras como Cafetaleros de Tapachula contrastan con el poderío de su plantel y la pobreza de infraestructura que incluye un estadio que no cumple con los requisitos de aforo y comodidades para Primera División. Su dueño, el empresario Enrique de Hita Yabile, ha sido sujeto de varias demandas durante los últimos ocho años.
Murciélagos de Los Mochis ha sido otro equipo con un dueño que no cubre los requisitos que marca el código de ética del Ascenso MX, pues el empresario Miguel Humberto Favela Galindo también ha estado inmiscuido en líos legales, además de acusaciones de retraso en el pago de sueldos de su escuadra.
El propietario del Atlético San Luis, Jacobo Payán Latuff, dejó muy claro al inicio de esta campaña que si la afición no respondía en el estadio, y el equipo en lo deportivo, sería el último año en que invertiría en el futbol. “Es el último torneo donde soportaré pérdidas, si no, me regreso a lo que he hecho toda la vida, vender varillas de acero”, advirtió. Los potosinos marchan en el puesto 13 de 16 participantes.
El resto de los participantes tiene, ante un eventual ascenso, la complicada tarea de remodelar su estadio para cubrir los requisitos de la Liga MX, un lastre pesado para una organización que debería enfocar todo su capital en reforzarse para intentar mantenerse en el máximo circuito.
(Agencias)