Una cosa es marchar para manifestarse en contra o en favor de algo y otra muy diferente es hacer actos vandálicos durante esas concentraciones.
Lo vemos muy seguido en ciudades grandes como en la capital del país o entidades conflictivas como las del sureste del país.
En Tamaulipas son muy variadas las manifestaciones, aunque hay que recalcar que salvo una que otra, la mayoría se hacen en paz, sin desorden y sin poner en “jaque” a la mayor parte de la población.
En la Ciudad de México o estados como Oaxaca, Guerrero o Chiapas, por ejemplo, ese tipo de manifestaciones termina siempre en una gresca, hay saldos rojos y la población civil afectada.
Lo hemos visto infinidad de ocasiones con las protestas que hacen, por ejemplo, los integrantes de la CNTE en esas entidades que menciono líneas arriba y que no sólo han hecho caótica el problema educativo, sino que ya han dejado en serias dificultades a la productividad y la economía de esos lugares.
Hace no mucho, quizá unos cinco años, unos estudiantes de la ya famosa escuela rural de Ayotzinapa bloquearon la autopista México-Acapulco a la altura de Chilpancingo. Ya llevaban varios días con la carretera tapada por ambos lados. La gente estaba atrapada ahí pasando hambre, sed y desde luego, la molestia por no poder seguir su camino.
Finalmente las autoridades guerrerenses actuaron y enviaron a la policía. Para contrarrestar a los cuerpos de seguridad, los manifestantes, sí, los estudiantes de Ayotzinapa, le prendieron fuego a ¡una gasolinera! que estaba en medio de un centro comercial y una avenida con mucho flujo ¿se imaginan la tragedia que iban a ocasionar?
Al final, uno de los despachadores hizo activar el protocolo de emergencia de la estación de gasolina para evitar una explosión de magnitudes fatales y logró su cometido, sólo que en el camino perdió la vida (por cierto, por él nadie marchó ni pidió justicia).
En manifestaciones en la Ciudad de México encapuchados asaltan bancos, saquean tiendas, maltratan monumentos y edificios históricos y hacen una serie de destrozos a todo lo que les queda de paso por su camino.
Hemos visto los problemas por los que pasan los comercios en Oaxaca. Las empresas, los hoteles, los restaurantes, las tiendas departamentales los centros comerciales y hasta las propias oficinas de gobierno. No los dejan trabajar cuando hay manifestaciones.
Es más, hasta fiestas de muchísima tradición y que atraen al turismo se han suspendido, como La Guelaguetza.
Y claro, si las autoridades actúan, son unos represores, pero si no, unos tibios.
En la Ciudad de México hacen y deshacen. Tapan, cierran, bloquean y nadie les dice nada porque salen con el cuento que respetan la libertad de expresión. Pero a la gente que necesita trabajar, al empresario que quiere sacar adelante su negocio, al ciudadano común que hace su rutina diaria lo desquician.
No puede ser posible que las autoridades no les pongan un alto y dejen que cualquier inconformidad haga que las ciudades y la producción se detengan.
Es cierto, tenemos malos gobiernos y la gente está harta y sale a señalar su pesar; pero no es posible que tengan que hacerlo con base en el caos y la anarquía y que no haya un orden.
Cuando las cosas se hacen en orden y con conciencia, la ciudadanía en general apoya, pero cuando la población es víctima de las inconformidades les desquician la vida.
Ojo, no estoy defendiendo a los gobiernos ni a los gobernantes. No estoy diciendo que los profes o cualquier otro sector no deben quejarse; lo que cuestiono es la manera en que están desquiciando a la ciudadanía en general que nada tiene que ver con los temas de sus protestas y manifestaciones.
No estoy diciendo que no deban manifestarse, sino que lo hagan con orden, sin perjudicar a nadie.
Me parece que ya es tiempo de que los legisladores hagan algo al respecto y trabajen en reglamentar las marchas, hacer prohibiciones y poner candados a cada protesta para evitar arbitrariedades de vándalos amparados en la libertad de expresión.
Urge, porque no es posible que tomen las calles por los suyos y hagan rehenes a los ciudadanos por cada protesta que hacen en nombre de “la justicia”. Total, si los detienen es represión y hasta se convierten en “presos políticos”.
Hay que recordar una premisa de la tal libertad de expresión: “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito o perturbe el orden público”.
En cinco palabras: Está claro el precepto, ¿no?
PUNTO FINAL.- “Los hombres han nacido unos para otros, así que o edúcalos o soportarlos”: Marco Aurelio.
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