No. El día del informe no es un día común para ningún gobernante.
Es su día.
Es el momento en donde (casi) todo un estado se rinde a la persona. Lo halaga, habla de él. Y sí, también lo cuestiona y lo critica.
Es el día en que sienten el poder. El día en que saborean las delicias del poder.
Y no hay excepciones.
Para el gobernador Cabeza de Vaca también fue su día, ya vaya que lo disfrutó y lo saboreó.
Se levantó más temprano que de costumbre. Quizás sentía ese nervio o esa adrenalina.
Desayunó poco. Tomó café y después un té.
Hizo algunas llamadas. La ropa la había elegido en la víspera. Era nueva, desde los zapatos hasta la corbata.
Era una corbata azul celeste que su esposa le ayudó a elegir.
Todavía revisó el discurso y algunas líneas.
Habló con sus homólogos, los gobernadores de otros estados. Y constató la de los otros invitados. Algunos de ellos que él mismo les había hecho la invitación personalmente.
Sus colaboradores le informaron quienes ya habían confirmado su presencia, algunos de ellos ya estaban en caminos.
“Atiéndanlos bien”, ordenó.
Siguió haciendo llamadas. Se acomodó varias veces la corbata.
Tuvo un encuentro privado con su esposa y con sus hijas y salió rumbo al ruedo.
Llegó al Congreso. Se le veía contento. Ya estaba disfrutando el día.
Saludó. Levantó la mano. Hizo ademanes. Se veía aún nervioso a su entrada al recinto legislativo de Ciudad Victoria.
Llegó de la mano de su esposa. A ella le dedicó palabras de aliento y de agradecimiento. A sus hijas les guiñó el ojo.
Entró al Salón de Plenos. Se enderezó. Levantó la cabeza. Saludó con la mirada y con una sonrisa seria.
Subió a la Tribuna. Hizo el protocolo y luego habló.
Cuando estaba a punto de iniciar el discurso, repasó el escenario con la vista. Con la mirada que sólo alguien que está allí lo siente y lo expresa con el puro brillo de los ojos. No es necesario ser expresivo para ver cuál es el sentir de ellos. Se aprecia con la forma en que ven a los demás.
Y ya Cabeza de Vaca disfrutaba del sabor que deja ser Gobernador. Ya disfrutaba de esas mieles que significan el día del informe. Ya disfrutaba de eso que significa ser el primer mandatario de un estado como lo es Tamaulipas.
Se dejó querer y apapachar. Dejó pasar desapercibidas las críticas. Tomó con seriedad los cuestionamientos y con serenidad los halagos.
Mañana (hoy) ya es otro día. Será un día más… o quizás un día menos para que se termine el poder.
Dicen que ese poder llega a su máximo esplendor, justo al tercer año. El cual está comenzando en este momento.
Y el informe fue como cualquier informe: recuento de los logros, reconocimiento de las asignaturas pendientes y la puesta en marcha de lo que sigue en adelante. Cada quien en su estilo y forma de trabajar.
Hubo números halagadores y trabajo realizado.
Hubo autocrítica.
Hubo espaldarazos y asumió compromisos.
Viene la etapa de más trabajo y la de entregar los primeros resultados de la administración. Viene lo bueno, pues.
EN CINCO PALABRAS.- Informe austero, pero con significado.
PUNTO FINAL.- De la reflexión a los hechos y de las palabras a los resultados.
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