Primero fueron los llamados a los retos.
Luego la difamación a personas sin importarles sin saber si era cierto o falso.
Después vino el boom de las “Fake News”.
Más tarde las legiones y hasta los llamados al suicidio o a cometer crímenes.
Posteriormente la venta de muchas cosas, que se le podría llamar tráfico ilegal de mercancía, porque no se sabe si los artículos que se ofertan son legales, robados o derechos.
Luego fue la venta de fotos robadas de sistemas y dispositivos y hasta de las cuentas de redes sociales.
Total, cuando los legisladores dicen que quieren regular las redes sociales todos se molestan y creen que con eso van a coartar la libertad de expresión y hasta llaman a esas declaraciones “ley anti memes” o cosas así de absurdas.
Lo cierto es que cuando a alguien no le sucede nada malo a través de las redes sociales, pega el grito en el cielo y exige que nadie le coarte su derecho de opinar en Twitter o Facebok.
Cuando uno es el afectado, entonces sí, entiende el peligro que genera la falta de una regulación en estos medios.
Pero muchos desconocen que hasta a libertad de expresión tiene sus limitantes.
Recuerdo que hace unos tres o cuatro años, el hoy gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, cuando éste era Senador, propuso regular los contenidos de las redes. Todos pegaron el grito en el cielo, sin siquiera haber leído un solo párrafo de la propuesta.
En ella, se pretendía sancionar a quien robara información personal como fotos, datos o información confidencial. Se pretendía castigar a los acosadores sexuales de las redes. Buscaba tener un mayor control de quienes tenían una cuenta para evitar que pederastas invadieran la red.
Pero no, nadie lo leyó y todos pensaron que lo que quería era evitar que los opinadores de sofá le mentaran la madre al político o gobernante. Pero créanlo, lo que menos le importa a una autoridad es que un ciudadano lo insulte a través de Facebook, Twitter o WhatsApp.
Es inconcebible como mentes enfermas estén a merced de la gente robando fotos y, peor aún, vendiéndolas. Y peor aquellos que las compran. No es posible.
A nivel federal se aprobó una iniciativa para que la gente pueda demandar a quien haciendo uso de las redes sociales, lo perjudique, sea cierto lo que se publique o no.
Muchos creen que eso se usará para coartar la libertad de expresión, pero no. El ejemplo más claro se dio hace un año, con la venta de “paks” de jovencitas victorenses. Hayan sido ellas o no. Hayan sido ciertas o no las fotos, el asunto perjudicó a estas personas.
Hemos visto como han surgido personajes en redes que, quizás sean populares, pero que usurpan el oficio del comunicólogo o hasta del periodista y que cuyas publicaciones son basadas polémicas baratas, en dimes y diretes o chismes de la misma red y que han perjudicado a mucha gente. Pues eso se está regulando ya.
El Internet ya rebasó a la radio, la televisión y otros medios que han llamado como “tradicionales”, pero si estos medios “tradicionales” se regían bajo normas de contenidos y criterios, no veo por qué, la red de redes no pueda regularse.
Con ello podríamos evitar que nuestros hijos vean publicaciones ociosas y dañinas. Que vean pornografía sin la orientación debida, o bien, que compartan páginas nocivas que en nada les benefician.
Opinadores hay muchos, pero si su argumento es el insulto y la denostación, esa opinión sólo queda en ocurrencia. Es momento ya de regular el Internet y evitar contenidos de bajo nivel intelectual.
EN CINCO PALABRAS: Suelen confundir show con periodismo.
PUNTO FINAL.- “Opinión sin información es ocurrencia”. Y ah cómo abundan los ocurrentes.
Twitter: @Mauri_Zapata
Instagram: mauricio_zapata18