La intensa pugna por la conducción de MORENA, es una lucha entre dos posiciones diferentes, confrontadas, antitéticas. Es el choque, entre los diferentes grupos de Izquierda y una corriente de políticos que no han podido superar –acaso porque fueron altamente beneficiados por varios lustros– la visión de los vencidos: el crac de las políticas neoliberales.
(De un tiempo acá, hasta Cuauhtémoc Cárdenas ha echado su gato a retozar: niega que MORENA sea de Izquierda. Y otros no menos alucinados, aseguran que la crisis de este partido es una muestra de fracaso de la IV T. ¡Cómo si el debate y la contrastación ideológicas fueran manifestaciones de descomposición y no una evidencia de intensa vida democrática de las organizaciones!).
El concepto Izquierda, como toda entidad sociocultural, es una categoría histórica. Es decir, sujeta a cambios que los impactos del tiempo y el quehacer del hombre le imprimen. ¿Qué es ser de Izquierda –y qué fue ser de Izquierda– en el período neoliberal mexicano?
Por principio: oponerse a las políticas neoliberales: privatización de las empresas de la Nación; reforma laboral para hacer más ríos a los ricos y más pobres a los pobres; reforma educativa para liquidar la educación pública; reforma fiscal para favorecer a los grandes evasores y reforma política para liquidar a las minorías y sus expresiones. En esta etapa de la lucha encabezada por el PRD de AMLO, decenas de eventos se organizaron en defensa del petróleo como bien nacional.
¿Ya se olvidó aquella férrea lucha de AMLO contra el FOBAPROA?
Recorrió el país, denunciando –incluyendo un libro que es un documento esencial para ilustrar el contumaz pillaje neoliberal del país– la actitud del neoliberalismo mexicano de convertir deudas privadas en deudas públicas.
Durante ese trayecto de López Obrador, –yo lo vi, nadie me lo contó– estuvieron a su lado, personajes como Paco Taibo II, Alfonso Ramírez, Bertha Luján y su familia, Claudia Sheinbaum, Rafael Barajas El Fisgón, Martí Batres, Armando Bartra, Pedro Salmerón, Érendira Sandoval y su familia, entre muchos otros más.
(No es ocioso decirlo: casi todos ellos, –excepto los más jóvenes– formados en las luchas sociales derivadas del movimiento popular-estudiantil de 1968).
Nunca vi, ni por asomo, a quienes hoy se autoproclaman de Izquierda: Yeidckol Polevnsky, Mario Delgado y Alejandro Rojas. Sí, me parece haberlos visto defendiendo políticas neoliberales. La ilustre dama, hasta presumía fotografías con la familia Salinas de Gortari, y los otros dos caballeros han hecho públicas sus posturas anti-izquierdistas.
Incluso: hay un video, en donde Mario Delgado, haciendo fe neoliberal sale elogiando las reformas “estructurales” de la canalla derechista.
(Leer aquel escenario como lo hizo AMLO, le permitió sobrevivir y posteriormente triunfar. Leer erróneamente esa coyuntura, hizo perder potencia y desdibujarse como actores de Izquierda, al PRD y al Sub Comandante Marcos –entre los más conocidos–. El Sol Azteca, por su oportunismo; el tampiqueño, por su insistencia en la lucha armada que lo marginó de la participación electoral).
Aunque pudiera ser una óptica maniquea, la riña en curso es por el control de la ruta política-ideológica de MORENA en los próximos diez años. Los resolutivos del recientemente concluido Congreso Nacional, hacen renacer la esperanza de que esta agrupación y la mayoría de sus delegados –que es la mayor e inobjetable soberanía– ha decidido reencausar el norte ideológico perdido deliberadamente por la conducción de doña Yeidckol.
Ya los teóricos de las revoluciones, lo han dicho: no hay revolución que triunfe, sin una organización social que la apuntale. La revolución pacífica de AMLO, exige una herramienta eficaz, organizada y en movimiento, para profundizar el proyecto de la IV T en todo el país.
(No sobra, decir que la derecha en Latinoamérica se niega a perder sus privilegios. El neoliberalismo, tiene una gran capacidad de auto-restauración. Sobre todo por el apoyo de las élites norteamericanas. Ya pasó en Brasil, en Argentina, en Perú y en Uruguay. ¿Por qué no esperar que pase en México?).
MORENA debe procesar, digerir, los residuos neoliberales que aún se mueven en su organismo. Es justo el mensaje de AMLO: resolver las diferencias por el método democrático.
Es decir: por medio del debate, la discusión y el acuerdo.
La Izquierda mexicana, tiene que superar sus atavismos: su vocación antidemocrática, su afecto por el sectarismo, su práctica centralista y su ADN dogmático.
Esa es la tarea central, del emergente liderazgo de Alfonso Ramírez.
No otra.
O al menos, no otra que sea la prioridad de prioridades.