Hasta hace tres o cuatro años, los tamaulipecos vivíamos con el “Jesús” en la boca.
Las balaceras , los “narcobloqueos” , las ejecuciones, los “levantones”, los robos masivos de vehículos en carretera por pandillas de sicarios, y muchos otros delitos “de alto impacto”, eran parte de la normalidad social en la entidad.
Cuando nos veíamos obligados a transitar por carretera, nos encomendábamos a Dios para que no nos tocara un enfrentamiento, o que no nos fueran a robar el vehículo.
Tan crítica estaba la situación, que la Policía Federal Preventiva, División Caminos, tuvo que implementar un operativo para custodiar a los automovilistas con destino a la frontera y viceversa.
A tal grado de descomposición estaba la seguridad pública, que fuimos perdiendo la capacidad de asombro, y la palabra homicidio dejó de intimidarnos.
Llego el momento en que enterarnos de una ejecución ya no fue motivo de asombro, y hasta dejó de asustarnos la noticia sobre cuerpos decapitados o descuartizados. Perdimos la sensibilidad frente a la muerte.
Todo ello fue producto de más de 10 años de pesadilla delincuencial. Fue una década de terror para los tamaulipecos.
Le cuento de ello porque sin darnos cuenta hemos ido dejando atrás ese pasado de miedo.
A diferencia de lo que sucede en otras entidades del país, como Guanajuato, Michoacán y Veracruz, por citar algunas, Tamaulipas ha entrado en un proceso de pacificación.
El pasado miércoles, durante la sesión ordinaria del Pleno del Congreso del Estado, algunos diputados llevaron el tema a la tribuna.
Destacaron el avance logrado por el Gobierno local en el combate a la inseguridad pública, al grado de que Tamaulipas salió del “top” cinco de las entidades más violentas del país.
Por supuesto que hubo legisladores de oposición, como la priista Olga Garza Rodríguez, que regatearon el mérito a la administración de Francisco García Cabeza de Vaca.
“No sé porque dicen que hay menos inseguridad pública” se quejó, luego de comentar que en su familia tienen un joven desaparecido.
“No estamos diciendo que no haya delitos. Lo que decimos es que durante los últimos tres o cuatro años, el Gobierno de Tamaulipas ha conseguido avances vertiginosos en materia de seguridad pública” aclaró el presidente de la Junta de Coordinación Política y coordinador de la bancada panista, Gerardo Peña Flores.
Y si, tiene razón Peña: Las “narco-ejecuciones” , los “levantones” y los secuestros siguen ocurriendo, pero con cifras muy lejanas de las que se registraban en el 2010 o años posteriores.
Por todo ello, me parece que más allá de filias o fobias partidistas, hay que reconocerle el mérito al Gobierno cabecista.
Decía Don Quijote que: “es de gente bien nacida agradecer los beneficios que reciben…” y me parece que los tamaulipecos estamos en ese supuesto, al menos en materia de seguridad pública.
EL RESTO.
NO PASARA.- Por cierto, la iniciativa de Ley de Amnistía para Tamaulipas, no tiene futuro.
Basta leer las recurrentes declaraciones que han hecho los diputados panistas, entre ellos su coordinador, para anticipar que la acción legislativa no tiene la mínima posibilidad de avanzar.
A lo mucho, será llevada a la “congeladora” donde podría permanecer por meses o por años.
Los panistas argumentan ( y en lo personal estoy de acuerdo) que perdonar legalmente a quienes delinquen, es un insulto y una falta de respeto para quienes arriesgan su vida y ponen todo su empeño en el combate a la inseguridad pública.
ASI ANDAN LAS COSAS.