¿Es confiable el sistema de justicia? ¿pueden los gobiernos usar las instituciones para presionar, chantajear o amedrentar a sus enemigos políticos?
Las interrogantes surgen obligadas, luego de que la constante durante las recientes campañas políticas fueron las denuncias de la oposición sobre presunta persecución política por parte del gobierno panista.
Alcaldes, legisladores y dirigentes partidistas, se dijeron víctimas de persecución política, a través de la fabricación de delitos que en algunos casos dieron origen a carpetas de investigación o incluso órdenes de aprehensión.
Las respuestas son contundentes: el sistema de justicia no es absolutamente confiable, y por supuesto que sí, los gobiernos usan las instituciones para intimidar o doblegar a los adversarios políticos.
No se trata de ningún secreto. Cualquiera que conozca mínimamente cómo opera el aparato de procuración e impartición de justicia sabe que, cuando existe interés por afectar a algún ciudadano, agentes del Ministerio Público y Jueces resuelven en función de las instrucciones que reciben.
No importa que no haya delito. Es lo de menos. Se lo inventan.
Y esa es una práctica más recurrida en tiempos electorales, como los que estamos viviendo en Tamaulipas.
Pero no se trata de algo nuevo. Es una situación que lleva décadas ocurriendo porque la famosa teoría de la división de poderes simplemente no opera en la entidad. Los llamados contrapesos entre los Poderes Ejecutivo, Judicial y Legislativo, son una fantasía.
Lo que existe es un poder absoluto ejercido por el gobernador, en su calidad de jefe del Poder Ejecutivo, a quien obedecen ciegamente los titulares de los Poderes Judicial y Legislativo.
Bajo esas circunstancias, es imposible confiar en el sistema de justicia.
¿Cómo creer que un agente del Ministerio Público o un Juez van a resolver con autonomía e independencia si sus jefes máximos carecen de ello?
En entidades como la nuestra, la presunta autonomía de la fiscalía general de justicia es una ofensa para el ciudadano.
En descargo del sistema de justicia local habría que decir que los mismos males aquejan en el ámbito federal. Desde que Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia de la república, pulverizó la confianza que tanto les había costado construir a las instituciones de justicia, particularmente al Poder Judicial Federal.
Hoy la Suprema Corte de Justicia de la Nación toma sus decisiones en función de lo que el presidente de la República quiera. Para eso nombró como ministros a algunos de sus cuates.
Esa es la preocupante realidad del aparato de justicia, pero todavía resulta más preocupante que no hay mucho por hacer para enderezar el rumbo. Ni siquiera la eventual llegada de un gobierno morenista podrá acabar con esos vicios. Se lo firmo.
Por todo ello, son válidas las denuncias de actores morenistas que denuncian persecución política. Efectivamente, a muchos les fabricaron los delitos. Claro que se puede.
Vale aclarar, no obstante, que algunos de esos actores políticos se echaron solitos la soga al cuello para que les iniciaran carpetas de investigación, porque facilitaron los delitos para ello.
Uno es el alcalde de Victoria, Eduardo Gattás Báez, quien no resistió la tentación de usar una camioneta a nombre del empresario Sergio Carmona Angulo, y menos pudo hacerlo para adquirir una casona en la playa Miramar. Por eso tiene más de tres semanas ausente de sus funciones.
EL RESTO.
¿IMPUGNARAN? -La gran incógnita luego de la elección del pasado cinco de junio, es saber si la alianza “Va por Tamaulipas”, entre PAN, PRI y PRD; impugnará o no el resultado de la elección, que de acuerdo a las cifras del Ietam favoreció a Américo Villarreal Anaya.
Nos dicen que, desde la oficina principal de Palacio de Gobierno salió la orden de hacer un análisis minucioso de lo acontecido el domingo reciente, para establecer objetivamente si existen razones para ir a pelear judicialmente la gubernatura.
La instrucción es que, si se impugna la elección sea para ganar y no para hacer el ridículo.
En función de ello, esta misma semana se tomará una decisión.
ASI ANDAN LAS COSAS.