Ciudad de México.- El aumento a los salarios mínimos ha mejorado su poder adquisitivo, pero el repunte de la inflación amenaza con frenar su recuperación, pues todavía se requieren más de tres para cubrir las necesidades básicas de una familia, de acuerdo con cálculos realizados con base en datos del Inegi y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
“La inflación alimentaria que estamos viendo ahorita es un obstáculo muy importante para la recuperación del poder de compra de los trabajadores más pobres, y debe haber una estrategia efectiva para tratar de contrarrestarla”, advirtió John Scott, investigador del consejo.
En su opinión, mucho se puede hacer, como las acciones que ya se han anunciado en el Paquete contra la Inflación y la Carestía (Pacic), entre ellas reducir los aranceles a importaciones de granos. Sin embargo, subsidiar las gasolinas es menos evidente que sea una buena medida, porque es bastante regresiva, ya que beneficia a hogares de mayores ingresos, que son los que más consumen esos combustibles.
“Además de que es muy costoso [el apoyo a las gasolinas]: estamos hablando de 300 mil millones de pesos [este año]. Si eso se usara para transferencias directas dirigidas hacia los sectores más pobres, sería mucho más efectivo como mecanismo de protección social”, destacó.
Poder de compra
De 2018 a 2022, el salario mínimo casi se duplicó, al pasar de 88.36 a 172.87 pesos diarios, es decir, 5 mil 186.10 pesos al mes; sin embargo, los incrementos siguen siendo insuficientes para sacar a muchas familias de la pobreza.
De acuerdo con el Coneval, la línea de pobreza por ingresos está definida por el costo de la canasta alimentaria y no alimentaria, cuyo monto en áreas urbanas fue en mayo pasado de 16 mil 98.48 pesos al mes para una familia de cuatro miembros, lo que corresponde al promedio nacional, pero la cifra es 3.1 veces mayor que el salario mínimo mensual de un trabajador.
Se estima que 44.2 millones de trabajadores, es decir, poco más de tres cuartos de la población ocupada, reciben un ingreso laboral en el mejor de los casos de hasta tres salarios mínimos, los cuales, por sí mismos, no son suficientes para cubrir las necesidades básicas de una familia.
Además, la línea de pobreza extrema por ingreso está definida sólo por el costo de la canasta alimentaria, cuyo monto ascendió en mayo a 7 mil 929.80 pesos al mes para una familia de cuatro miembros, o 1.5 veces el ingreso de un salario mínimo.
De los 44.2 millones de personas que ganan hasta tres salarios mínimos en el país, 19.5 millones (44.0%) perciben hasta un salario mínimo. Por ello, a un trabajador con dicho ingreso tampoco le alcanzaría para cubrir por sí solo las necesidades de una familia promedio.
Pobreza laboral
La pobreza laboral, es decir, la población cuyo ingreso laboral es insuficiente para cubrir el costo de la canasta alimentaria, sorpresivamente disminuyó 40.3% en el último trimestre de 2021, a 38.8% en los primeros tres meses del presente año a pesar del repunte de la inflación, de acuerdo con el Coneval.
Ello se debió al aumento de los salarios mínimos y los contractuales, además de una importante recuperación del empleo, condiciones que difícilmente se repetirán en los siguientes trimestres, por lo que, tomando en cuenta que la inflación seguirá siendo elevada, la disminución de la pobreza laboral en lo que resta del año será más complicada, estimó Scott.
Por otra parte, la recuperación del mercado laboral se ha caracterizado por la generación de empleos de baja remuneración y la pérdida de empleos de más de dos salarios mínimos. En este sentido, el empleo de más bajos ingresos (hasta un salario mínimo) ha crecido más de 50%, mientras que los de más de cinco salarios mínimos disminuyeron 55.6%, revela un análisis elaborado por BBVA Research.
Pese a las alzas al salario mínimo nominal, la distribución salarial se ha deteriorado respecto a los niveles preCovid.