“Hacer otro acueducto para traer agua de la presa “Vicente Guerrero” a Victoria será tirar miles de millones de pesos. Lo único que van a conseguir es ponerle otro popote a la presa, pero el agua seguirá siendo la misma y eso no resolverá nada” advierte uno de los exdirectores del organismo de cuenca Golfo Norte en Tamaulipas.
Su preocupación surge porque, parece inminente que el año próximo inicie la construcción de la segunda línea del acueducto “Guadalupe Victoria”. El gobernador, Américo Villarreal Anaya, ha empeñado su palabra de que la obra se construirá durante su gestión.
El exfuncionario de Conagua no es el único que se manifiesta abiertamente en contra del nuevo acueducto. Son bastantes los expertos que auguran un fracaso como solución al grave problema de escasez y desabasto de agua que afecta a la Capital del Estado desde hace varios años.
“El cambio climático es un fenómeno que cada año se ha venido recrudeciendo y los pronósticos son de que empeorará. Seguirá habiendo sequía y con ello la disponibilidad del agua continuará crítica, como hasta ahora. Por lo tanto es necesario pensar en soluciones de más largo alcance y mayor garantía”, sentencia.
Las descalificaciones al nuevo acueducto que se proyecta son tantas que nada más no se entienden las razones por las que el gobierno no recapacita al respecto. Hasta el sentido común se opone a la obra.
Basta ver lo que sucede actualmente con la presa “Vicente Guerrero”, que se ubica en apenas un 12 por ciento de su capacidad de almacenamiento. Tiene solamente 481 millones de metros cúbicos.
Sin embargo, llama todavía más la atención la ceguera de las autoridades para no ver lo que todo mundo ve: tenemos a la mano el mar para garantizar, por décadas, el abasto de agua a Victoria y a prácticamente todas las ciudades del estado.
Incluso de entidades vecinas, como Nuevo León.
En muchos países el mar ha sido la solución a sus problemas de agua, a través de un proceso de desalinización.
Las aplicaciones del agua desalada son múltiples, pasando por el consumo humano, los procesos industriales y los cultivos de alto valor comercial.
Estados Unidos, nuestro vecino del norte, es uno de esos países que llevan años recurriendo al agua del mar para convertir agua salada en agua potable. La ciudad de San Diego, en California, invirtió mil millones de dólares en una planta de desalinización.
Quienes se oponen o descartan la desalinización advierten que es un proceso carísimo. Es cierto. Pero, ¿por qué no recurrir a la iniciativa privada? No todo lo tiene que resolver el gobierno. Para eso existen las asociaciones públicas y privadas.
Seguramente habrá muchos inversionistas interesados en hacer negocio con el agua. Lo que falta es que los gobiernos se pongan a trabajar seriamente en el tema, diseñando un mecanismo en el que todos salgan ganando: que ganen los ciudadanos, teniendo abasto de agua garantizando; que ganen los empresarios, haciendo negocio; y que ganen los gobiernos, quitándose esa presión de encima que les representan los apuros para llevar agua a los hogares de sus gobernados.
Insisto: desalinizar el agua es carísimo, pero es mucho más carísimo no tener el agua que toda sociedad necesita. ¿No cree usted?
EL RESTO.
El diputado federal, Oscar Almaraz Smer, fue uno de los protagonizas de los hechos ocurridos, el pasado lunes, en el Congreso del Estado, cuando legisladores del PAN dañaron cerraduras de algunas oficinas y agredieron al periodista, José Inés Figueroa Vitela.
¿Así quiere ser el alcalde de Victoria?
ASI ANDAN LAS COSAS.
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