Ciudad de México.- La reducción esperada de la población que ya está anticipando la tasa global de fecundidad dada a conocer por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), traerá como consecuencia menor crecimiento económico y mayores presiones a las finanzas públicas, afirmó Ricardo Cantú, director adjunto de Operaciones y Fortalecimiento Institucional del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
Cantú expresó que previo al dato del Inegi sobre tasa global de fecundidad, el Consejo Nacional de Población preveía que la población se redujera desde 2053 en el país, pero con la nueva tasa dicho evento se pueda registrar en años anteriores.
El Inegi reportó en la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica que la tasa global de fecundidad fue 1.6 hijos promedio por mujer en 2023, inferior a la tasa de reemplazo poblacional de 2.1, lo que anticipa una reducción de la población, porque los nacimientos por mujer no alcanzan a reemplazar a sus padres.
Impactos
En entrevista con Excélsior, afirmó que la reducción de la población, en particular en edad productiva y que participe en el mercado laboral, hará que el tanto el tamaño del PIB como su tasa de crecimiento tiendan a disminuir en el largo plazo, con las consecuencias sociales que eso conlleva.
Explicó que la única situación de que el país pueda evitar este fenómeno es que aumente la productividad laboral de quienes estén laborando, lo que requeriría mayor inversión de capital.
Sin embargo, expresó que este indicador de la productividad no ha presentado mejorías en los últimos años, ya que en promedio de 1993 a 2023, el PIB ha crecido 2.1%, pero la productividad del trabajador ha crecido 0.4% promedio, por lo que el mayor crecimiento ha sido porque hay más personas trabajando.
Entonces al haber menos trabajadores, y la productividad no ha aumentado, la probabilidad de que la economía se desacelere más es mayor.
Finanzas públicas
Cantú expresó dijo que la menor población en el país también se traducirá en una presión a las finanzas públicas.
Comentó, por un lado, habría una menor base gravable de personas que pagan el Impuesto Sobre la Renta (ISR), por lo que habría que compensar con más impuestos al consumo para que no se pueda poner en riesgo la estabilidad de las finanzas públicas.
Añadió que habría también una reconfiguración del gasto pública, ya que se disparará el destinado a pensiones para atender el envejecimiento de la población
Y mayor gasto de salud, para atender mayores problemas de enfermedades crónico-regenerativas, también por el envejecimiento, y también por la mayor demanda de cuidados, acompañado de menos personas pagando impuestos como el ISR y las correspondientes cuotas a la seguridad social.