El rumor corre con fuerza en los pasillos del poder: Margid Rodríguez dejaría la dirección de IMSS-Bienestar en Tamaulipas y en su lugar entraría Vicente Joel Hernández, actual secretario de Salud estatal. No es un ajuste menor, si este proceso se da, es un movimiento quirúrgico en un sector que atraviesa por una crisis de operación política y administrativa.
La situación de Margid es delicada. Su recuperación por una seria enfermedad será lenta y eso, por sí mismo, compromete la continuidad de su gestión. Pero más allá de lo personal, su etapa al frente del IMSS-Bienestar acumuló reclamos por falta de resultados, ausencia de oficio y un aparato que nunca terminó de despegar.
El relevo coloca a Vicente Joel en un papel distinto: ya no solo normativo, ahora operativo. En otras palabras, un perfil que se requiere con botas puestas y manos en la obra. No basta con diseñar políticas de escritorio, se necesita alguien que aterrice el discurso del “gobierno de la salud” en hospitales, clínicas y comunidades.
Y ahí está el trasfondo político. El gobernador sabe que necesita a un operador fuerte que entienda que la Secretaría de Salud es más que diagnósticos y estadísticas. Es un escaparate estratégico para mostrar a la ciudadanía resultados palpables: hospitales terminados, médicos en las comunidades y atención efectiva.
La realidad es que varios de los jefes dentro de la secretaría no han sabido explotar esa vitrina. La imagen del gobierno en el área de salud, que debería brillar con la narrativa de “los nuevos hospitales para los tamaulipecos”, ha quedado desdibujada entre inercias burocráticas y errores de comunicación.
El movimiento, si se confirma, no solo es un relevo administrativo: es una jugada política. Porque en el tablero de la 4T en Tamaulipas, la salud no es un rubro técnico, es un terreno de legitimidad social. Y quien lo encabece será clave en el posicionamiento del gobierno en los próximos dos años.
Lo que se avecina es claro: un reacomodo que pondrá a prueba no solo la capacidad del Doctor Vicente Joel para operar en el terreno, sino también la estrategia del gobernador para blindar uno de los sectores más sensibles de su administración.
En la salud, como en la política, las segundas oportunidades no existen.
Nuevo Laredo en el radar del 2028
Este viernes, Carmen Lilia Canturosas rendirá su primer informe del segundo trienio al frente de Nuevo Laredo. No será un evento cualquiera: se trata de la consolidación de una de las figuras femeninas de Morena con mayor proyección hacia el 2028.
La frontera más dinámica de Tamaulipas se ha convertido en el escaparate de la alcaldesa. El crecimiento económico, el peso del comercio exterior y la movilidad laboral han dado a Nuevo Laredo un protagonismo distinto. Y Carmen Lilia ha sabido colocar su nombre en el tablero de Morena con resultados tangibles.
En su discurso no solo se evaluará lo hecho en la ciudad, sino la manera en que ha logrado posicionarse en un contexto donde las mujeres empiezan a reclamar espacios mayores dentro del partido. No es casual que en los corrillos políticos se le mencione ya como un perfil con proyección más allá de Tamaulipas.
Pero no todo dependerá de ella. Las decisiones de quiénes serán las cartas fuertes de Morena en el 2028 se tomarán en la cúpula nacional, en el Gobierno del Estado y desde Palacio Nacional. El reto de Carmen Lilia será seguir mostrando resultados locales sin perder de vista que, en política, la operación federal pesa tanto como los números municipales.
El informe de este viernes debe leerse en dos planos: el primero, el de una administración fronteriza que busca mantener estabilidad y crecimiento; y el segundo, el de una mujer que comienza a probarse como aspirante natural para dar el salto hacia una carrera de mayor alcance.
Nuevo Laredo será su plataforma. Pero el escenario del 2028 se juega en otro nivel. Ahí es donde Carmen Lilia tendrá que demostrar que no solo gobierna con resultados, sino que sabe construir los puentes políticos necesarios para competir en la liga mayor.