El próximo 1 de octubre, Américo Villarreal Anaya rendirá cuentas de los tres años de su gobierno.
No será un acto menor: llega a la mitad de su sexenio con cifras que marcan contraste con el desastre que heredó.
La violencia, que fue el gran cáncer de Tamaulipas, muestra una caída del 35.9% en homicidios dolosos en apenas un año.
No es un dato cualquiera: es el registro oficial del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Pero los números no caminan solos. A la par se levantaron hospitales en Madero y Tampico, se aceleró la segunda línea del acueducto de Victoria, avanza el Puerto del Norte en Matamoros y la autopista Ocampo-El Mante está a punto de concluirse. Obras que estaban en el papel y hoy tienen ladrillos, acero y concreto.
Ese giro no se explica sin el respaldo de Claudia Sheinbaum, que el 7 de septiembre vino a Victoria a ponerle nombre al trabajo de Américo: “incansable, consistente y entregado de tiempo completo”. Palabras que pesan cuando vienen de la presidenta de la República.
La narrativa de la oposición intenta reducir todo a un guión de corrupción. Pero en la calle se perciben otros datos: reactivación del empleo, participación de empresas locales en obra pública y golpes certeros a la delincuencia.
Reconstruir Victoria fue uno de los mayores retos. La capital estaba quebrada, sin agua, sin rumbo, sin autoridad.
Hoy, con la obra del acueducto en marcha, Américo busca dejar atrás décadas de abandono y transformar la capital en una ciudad que respire dignidad.
Tres años después, el gobernador tiene una ruta clara: consolidarse como el mandatario de la salud, de las carreteras o del agua.
Lo que parecía imposible empieza a ser visible. Y aunque los opositores sigan gritando, lo cierto es que en Tamaulipas la transformación dejó de ser promesa para convertirse en realidad palpable.
Al menos hoy, se ven las obras nuevamente en Victoria, en Matamoros, en Nuevo Laredo, en Altamira por citar unas ciudades de Tamaulipas, ¿Qué obra emblemática hizo el Gobierno del PAN en Victoria? ¿Qué obra empujó el progreso de Tamaulipas en el sexenio anterior? ¿Cuáles fueron las obras que hizo y destacó Egidio Torre Cantú en Tamaulipas y particularmente en la capital de Tamaulipas?.
El peor gobernador que ha tenido Tamaulipas no hizo obras destacadas y habrá que decirse o bien, hagamos memoria en los próximos días.
Imelda y Carmen Lilia: dos rutas hacia 2028
El tablero político de Tamaulipas comienza a mostrar cartas femeninas con peso propio rumbo al 2028. Y en esa ruta aparecen dos nombres que, aunque provienen de trincheras distintas, tienen proyección más allá de sus fronteras: Imelda Sanmiguel y Carmen Lilia Canturosas.
Imelda Sanmiguel, desde el Senado, ha marcado distancia del ruido mediático fácil. Su trabajo no se concentra en los reflectores, sino en la construcción de una agenda legislativa con efectos reales para los ciudadanos.
Representa a esa franja del PAN que aún conserva la doctrina de debate serio, alejada del protagonismo estridente. No es Lili Téllez, y eso, en tiempos de polarización, se convierte en un activo político.
Con elegancia y estrategia, Sanmiguel cuida su perfil. La senadora de Nuevo Laredo proyecta disciplina, mesura y un prestigio que su partido difícilmente pasará por alto en la ruta del 2028. El panismo, necesitado de cuadros sólidos, la tiene en la mira.
En el otro extremo de la frontera política, Carmen Lilia Canturosas de Morena, consolida Nuevo Laredo como la joya de la frontera tamaulipeca.
Su gestión municipal no solo ha devuelto orden y dinamismo a la ciudad, también la ha colocado en el mapa nacional e internacional por los acuerdos con su contraparte texana.
Esa visibilidad, sumada a su peso familiar en la política, la posiciona como una figura con potencial de brincar a ligas mayores.
Dos estilos, dos escenarios, dos partidos. Mientras Sanmiguel apuesta por la construcción legislativa silenciosa pero firme, Canturosas capitaliza el gobierno local con resultados tangibles y proyección exterior.
Ambas, desde espacios distintos, son piezas que no deben perderse de vista.
Tamaulipas, y en particular Nuevo Laredo, tiene mujeres con aspiraciones legítimas y fuerza política. Y el 2028 podría ser la primera gran batalla donde sus nombres aparezcan en el centro del tablero.