Ciudad de México.- A pesar de que el Día de Muertos es una tradición de profundo significado cultural y sentimental en Oaxaca, considerada incluso más importante que la Navidad, el temor a las redadas del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) ha obligado a miles de migrantes a posponer indefinidamente su regreso a casa
“El miedo a las redadas del ICE, la deportación, la separación de la familia, quedarse sin nada después de varios años de trabajo con recursos limitados y acceso restringido a servicios, hizo que mi hermana Edith, como muchos migrantes no volviera a Oaxaca, a celebrar este año a los Fieles Difuntos”, comenta a Excélsior Gerardo García Aguilar.
“El miedo a la detención y la deportación mantiene a Edith en estado de alerta permanente, lo que debilita su estado emocional y el bienestar general de la familia”.
El cronista del municipio zapoteco de Tlacolula de Matamoros, región de los Valles Centrales, refiere que el Día de Muertos y Fieles Difuntos, es una tradición muy importante y un momento de profundo significado cultural y sentimental.
Por eso, para muchos migrantes, esta celebración es la razón para regresar a casa, propiciando reencuentros familiares muy emotivos; sin embargo, en esta ocasión, el reencontrarse tendrá una pausa.
“Edith, tiene miedo que a ella o a sus hijos, por sus rasgos físicos los vayan a detener y golpear, por eso dejó de reunirse con amistades de Tlacolula, radicados en Los Ángeles, incluso viajar dentro de Estados Unidos. Por ahora, no vuelve a Oaxaca”, dice.
Algo similar a lo que ocurre en la familia de Gerardo sucede en Teotitlán del Valle, dentro de la misma región, donde la anhelada reunión familiar se pospone de manera indefinida; el miedo a no poder regresar al país de acogida, las complicaciones con la documentación, los costos elevados en las garitas (cuando llegan vía terrestre) y la desconfianza en las autoridades mexicanas, influyeron en esta decisión.
“Hasta el año pasado, la llegada de migrantes ocurría 15 o 20 días antes de la celebración del Día de Muertos, cuando en el pueblo se vive una romería: el tianguis abarrotado; los comedores, hasta el tope; las calles congestionadas por las camionetas, procedentes de la Unión Americana, en general, había buen ánimo por el reencuentro entre los que se fueron, y se quedan”, cuenta Aurora Bazán, artesana del colectivo de Mujeres, Hilo de Vida, de Teotitlán.
“La estancia se prolongaba hasta la conmemoración del Día de Muertos, cuando todos los integrantes de la familia se involucran en la instalación del altar para recordar a los seres queridos. Un ritual que convoca a la memoria”.
El comercio local se reactiva antes de la fecha de compartir con los difuntos y los vivos, cuando en el mercado se compra desde una res en pie, un guajolote o un cerdo, para la preparación de las comidas hasta el cacao para la molienda del chocolate, pasando por la fruta, el mezcal, las flores, y el copal, que brota del sahumerio.
A pesar de las amenazas de deportación de connacionales, que obliga a postergar o cancelar el reencuentro familiar en casa, los pueblos de Tlacolula, Teotitlán del Valle, San Miguel Ejutla, Santa Ana Zegache, Santa Ana Tlapacoyan, San Jerónimo Sosola, Santa Inés del Monte, Zimatlán de Alvarez, Zaachila, recibieron la aportación de remesas para “cumplirle” hoy a los fieles difuntos.
Respecto a la captación de remesas, el subsecretario de Migración y Población del gobierno estatal, Leonardo Díaz Jiménez, reconoce que en el segundo trimestre de este año se registró una ligera disminución en comparación a 2024, al reducirse de 921.71 a 870.86 millones de dólares.
