Por Itzchel Moreno
El afán por alcanzar la equidad de género lleva a las mujeres a ocupar también los primeros lugares en comportamientos ilícitos.
Algunas que han vivido violentadas, llegan al extremo de su miedo enfrentando al agresor, otras no tienen más alternativa ante modos de vida impuestos por los hombres que viven con ideologías radicales o a fuerza de usos y costumbres.
Esta semana, la noticia la dieron dos mujeres en Nueva York, presuntamente vinculadas al Estado Islámico.
México no es la excepción y sus casos están documentados en cada uno de los diarios locales en las diversas ciudades del país.
En Tamaulipas la Unidad Académica Mutidisciplinaria Reynosa Aztlán, investigó este fenómeno en un estudio denominado “La Criminalidad Femenina Respecto a las Teorías de la Literatura Criminológica” (2012).
En el estado se comprobó que las mujeres llegan a tener alguna relación con hechos delictivos entre los 33 y 37 años de edad, esto ocurre con mayor frecuencia en los municipios de Nuevo Laredo, Reynosa, Victoria, Matamoros, Altamira, Mante y Miguel Alemán y ocurre a nivel psicosocial debido a que la mujer posee neurosis acumulada, dicen los especialistas.
Pues por generaciones la mujer lucha entre lo que quiere ser, lo que debe ser y lo que alcanza a ser, posee una rabia que dormita, un enojo que la propia sociedad no permite expresar, porque las princesas y las reinas no se “pueden” enojar, no hacen señas obscenas ni dicen malas palabras, mientras que el hombre expresa simplemente su rabia aún en una relación de pareja, con el clásico portazo que repiten muchos programas televisivos, como reafirmando la conducta entre ellos y ellas.
La válvula de escape de nosotras son las lágrimas… cuando aún se puede llorar.
Si la represión es añeja y la sensibilidad desaparece queda la tristeza hasta convertirse en una depresión crónica que ocasiona muchos de los inexplicados dolores del cuerpo.
Además la ira y la tristeza se puede cargar por meses, así lo demostró un estudio (Medida de estilos de regulación afectiva ampliada a ira y tristeza) aplicado a hombres y mujeres de México, Chile y España, quienes asociaron los episodios de ira a conflictos personales y los estados de tristeza a perdida de familiares o relaciones personales y todos los hechos habían ocurrido hasta cinco u ocho meses antes de ser cuestionados.
Se comprobó también que las mujeres tienden a externar las emociones, confrontar los problemas y buscar apoyo, mientras que ellos se aíslan.
Por tanto, los conflictos de pareja o entre los miembros de una familia, quizá no son originados por las gotas que han derramado el vaso.
No es el último mensaje en el celular el causante de la pelea, es la sensación de engaño por meses.
Tampoco es que no te quiera o no me quieras, quizá es la falta de apoyo a nuestros proyectos.
Y no es que quisiera matarte, sólo buscaba desesperada el aire para evitar la asfixia.