(Agencia)
Ciudad de México.- La descripción del mundo burocrático que Franz Kafka plasmó a través del agrimensor K, el administrativo Klamm, la amante Frieda, el mensajero Barnabás y otros personajes de la novela El castillo, llega a México en una edición ilustrada por el argentino Luis Scafati y con traducción de José Rafael Hernández Arias.
En entrevista con Scafati, ilustrador que también ha trabajado La ciudad ausente de Ricardo Piglia y clásicos como Don Quijote de la Mancha, La metamorfosis, El gato negro y La peste escarlata, señala que la tarea del ilustrador es poner identidad a los personajes del mundo imaginario.
“Kafka particularmente no hace una descripción física de nadie, las personas que allí transcurren son descritos en sus acciones. Al agrimensor K. lo veo como un alter ego del propio escritor, Klamm es un ser oscuro, omnipresente, tal vez por ello algunas veces su nombre tan sonoro, aparece en los dibujos casi como un protagonista más”, precisa.
En cuanto a los riesgos de darle identidad a los personajes de Kafka, Luis Scafati indica que siempre es común la inconformidad, ya que nunca se está satisfecho con la imagen atribuida a los personajes literarios y ejemplo de ello sucede cuando se comparan los rostros que aparecen en el cine con aquellos que el lector ha imaginado después de leer la obra.
—Las ilustraciones que hizo, ¿se pueden considerar un trabajo de traducción?
—Tal vez, si consideramos que el dibujo es un lenguaje, un lenguaje que utiliza otro tipo de caligrafía, líneas, manchas, colores, puede decirse que es una traducción. Esta novela tiene algo agobiante, inquietante, de ámbitos cerrados y oscuros, es eso lo que traduzco en mis imágenes.
El castillo es una obra que Kafka empezó a escribir en 1922, que nunca concluyó y que narra cómo K llega a una aldea donde ofrecerá sus servicios como agrimensor, pero al enterarse de no necesitan de su trabajo, éste lucha para conseguir una entrevista con un administrativo del castillo: Klamm, pero en su paso se casa con Frieda, entabla amistad con un mensajero pero sobre todo, trata de entender la vida del pueblo al que llegó.
Sobre el tema de la burocracia, Luis Scafati indica que Kafka lo abordó con maestría ya que la novela “es una gran metáfora que cuenta algo que hoy sucede y no dudo que en el futuro seguirá ocurriendo”
—¿Cuál imagen podría representar la burocracia, podría ser la espiral interminable que dibujó en el capítulo Los planes de Olga?
—Sí claro, esa espiral o laberinto infinito es un símbolo de la burocracia. Visto a vuelo de pájaro, una visión desalentadora, seguramente un paisaje imaginario de lo que nos propone el sistema. Donde todos están aislados en esas “casillas” mentales.
COLORES. Scafati señala que cada trabajo nuevo es una invitación a probar técnicas y en el caso de las treinta ilustraciones que seleccionó para la reciente edición hecha por Sexto Piso, trabajó con lápices, tintas, pasteles y collage.
“Soy un troglodita que trabaja a mano sobre papeles, digo esto porque gran parte de mis colegas, sobre todo los más jóvenes, usan el Photoshop como herramienta de trabajo. Pertenezco a la vieja escuela, disfruto con mis papeles, manchándome las manos con carbones o tintas. Para el collage usé viejas fotografías en sepia, para aludir a cierta época, aunque la historia es casi atemporal”, precisa.
—Anteriormente ilustró La Metamorfosis, ¿existe en ambos libros de Kafka dibujos con un mismo sentimiento?
—El mundo de Kafka nos impone una visión particular de la civilización. Esto hace que algunas imágenes, si bien salen de relatos diferentes, se emparenten. Por ejemplo, el laberinto es también un protagonista en los dibujos para La metamorfosis. Pero ambas historias están dibujadas con técnicas totalmente diferentes.
“En La Metamorfosis sólo usé grises, blanco, negro y texturas. En El Castillo el color juega un papel importante ponderando atmósferas, luces, sombras, el color en sí, expresa un estado de ánimo, y en El Castillo esto se pone de manifiesto. Además de ser más ecléctico, hice mucha mezcla de materias. Tal vez producto de la libertad que voy adquiriendo con los años”, añade.
Scafati también reconoce que los dibujos de mujeres hechos para este libro, les dio un toque de erotismo porque la misma historia lo trasunta “Eso lo hace más intenso (al dibujo y relato). Por ejemplo, el primer encuentro de K con Frieda bajo el mostrador, es una escena de un alto voltaje erótico, ahí está también lo prohibido en la figura de Klamm”, expresa.
Por último, el ilustrador argentino señala que prepara dos proyectos: una novela gráfica y una revisión panorámica sobre su trabajo gráfico acompañado con textos y dibujos; además de que espera que esta edición de El castillo se presente en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.