(Agencia)
Ciudad de México.- Más de 30 fotografías de los laboratorios subterráneos de física nuclear de Akademgorodok, la ciudad académica más importante de Siberia que fue construida en 1958 durante la Guerra Fría, se muestran por primera vez gracias a las imágenes capturadas en 2013 por el mexicano Pablo Ortiz Monasterio y reunidas en el libro Akadem Gorodok.
“Es un material insólito con el que me pregunté: ¿qué estoy fotografiando? Bueno, pues es un sitio en el que hasta 1990 nunca había entrado una cámara, sí las hay adentro, pero nadie había salido y entrado con una. En ese tiempo había una total secrecía para acceder al lugar más avanzado en ciencia, pero al estar ahí, hace dos años, esas secuelas de la Guerra Fría seguían presentes”, explicó el fotógrafo en entrevista.
Ese ambiente confidencial, refiere Ortiz Monasterio (1952), aún está presente en el centro de investigación porque su interior no es conocido ni por los propios rusos. “Entonces tiene el valor de ser inédito y de ser un producto de la Guerra Fría, tema que hoy reaparece y que nos dimos cuenta de la importancia de publicar el libro que, aunque no es de política, sí acaricia el tema”.
Pablo Ortiz Monasterio, ganador de la Medalla al Mérito Fotográfico del Sistema Nacional de Fototecas 2014, señaló que en Akademgorodok viven 60 mil científicos que trabajan en algunos de los 40 laboratorios, pero el instituto que más atrae es el de física nuclear.
“Es un laboratorio que fundó un genio: Gersh Budker. En 1957 los rusos mandaron el primer satélite que daba vueltas a la Tierra y el socialismo era una posibilidad real de organizar a la sociedad de forma distinta y justa. En ese contexto se fundó Akademgorodok, es decir, después de la Segunda Guerra Mundial, fue una ciudad académica que soñó Stalin y que inauguró Nikita Jruschov”, dijo.
Las anécdotas de cómo fue creada esa ciudad el escritor José Manuel Prieto las recupera con palabras del científico Mijaíl Lavrentiev, quien vetó la construcción de edificios de más de cinco pisos, por lo que existen túneles subterráneos que conducen a los laboratorios.
“Son como 40 kilómetros de túneles y todos están pintados. Pero ¿cuál es el valor del libro? Que nunca se ha visto, es achicar el mundo, traerlo a los ojos de los espectadores”, indicó.
Al conocer este espacio, Ortiz Monasterio se obsesionó por la tecnología soviética, por lo que también acudió –durante la semana que estuvo en Siberia– a la hemeroteca donde fotografió periódicos de los 50 y 60 que elogiaban a Lenin y el éxito de la carrera espacial.
La publicación editada por RM también contiene el poema De la naturaleza de las cosas, escrito en el siglo I a.C. por Tito Lucrecio Caro, quien describe su visión sobre los átomos, además de una dedicatoria a Ivan Isochnikov, nombre de Joan Fontcuberta traducido al ruso.
COLORES Y FORMAS. Al entrar a Akademgorodok, Ortiz Monasterio indicó que se dejó seducir por lo desconocido como el protagonista de Los pasos perdidos, de Alejo Carpentier. “Me dejé llevar como ese músico que va por el río y le dicen que vaya a la selva, va, se mete y le cambia la vida. Tuve la sensación de que acabé en eso”.
—¿Cómo definiría la estética de Akademgorodok?
—La experiencia que tengo es un shock visual. México es muy colorido, pero ahí usan diferente el rojo, verde, amarillo… Al ver túneles rosas o azules, pregunté: ¿quién decide los colores?, porque seguramente hay un master mind, pero la respuesta fue negativa.
“Me explicaron que cuando los científicos pedían pintura, llegaba la de color verde, después les mandaban la amarilla. Es decir, era producto del azar. Los artistas soviéticos, en el ejercicio de organizar la sociedad, inventan el abstracto y eso es el suprematismo, un movimiento encabezado por Malévich”, añadió.
Sin embargo, en el afán de entender la tecnología que observaba y de darle forma a la fusión nuclear, la cual nadie ha podido fotografiar, Ortiz Monasterio encontró en los laboratorios las formas y colores del suprematismo.
Akadem Gorodok se presentará hoy a las 12:00 horas en el Auditorio Carlos Graef de la Facultad de Ciencias de la UNAM, Ciudad Universitaria. Además del autor, participarán los investigadores Miguel Alcuberre, Julio Herrera y Pablo Ortiz Monasterio.