Por Itzchel Moreno
Cuando mamá enfermaba parecía que el mundo se detenía… en la cocina el tiempo se congelaba y su semblante lucía más cansado que de costumbre. Una gripe era lo de menos, pero todos sabían que estaba bien cuando comenzaba a regañarnos…
Luego que papá se marchó de casa y cuando su corazón comenzaba a disipar aquellos malos recuerdos que le había dejado su amor, comenzó lo inesperado, un constante malestar se transformó en la pesadilla, su cabello comenzó a caer, le habían dicho que era bolita en su seno que debían estudiar y al final le dijeron que era cáncer.
La lucha de mamá fue buena, primero vimos que desaparecía su melena y aún sonreía, le vimos levantarse y agradecer a Dios…
Le vi llorar por el abandono de su nuevo amor… eso parecía sostenerla al principio, pero él pensó que enamorarse de una persona que podría padecer constantes recaídas sería tiempo perdido y seguro pensó que hasta dinero mal invertido.
Lloró aquella noche porque sin saberlo, él era un pilar que la sostenía emocionalmente, más no la amaba.
Se sentó una noche y me contó que cada día se sentía más insegura, estaba mutilada… recuerdo que se reía cada vez que veía un anuncio de depilación permanente y contaba que ya no había ningún vello en su cuerpo a raíz de las quimioterapias. Para muchas mujeres vivir depilada era algo estético.
Pero ella era una mujer de otro tiempo y eso le hacía vivir en un autorechazo constante. Pago por tener una peluca con la que lucía maravillosa su sonrisa.
Nadie más sabría que ocurría al interior de su habitación para salir bella, decía…
Luego vi cómo se fueron alejando los amigos, el mal no era momentáneo viviría con esto más de dos años si la vida le permitía salir victoriosa.
Y nadie, más que los hijos tiene esa paciencia…
El resto se va alejando y ella se sentía como una carga. Al final evitó las visitas, yo ya no sabía que le dolía más…
Un día me dijo muy segura: “Sólo espero salir de esto y quiero tener una pareja, quiero tiempo. Esperé tanto”…
Pero a ese tiempo la vida lo mantuvo cautivo y no llegó.
Ella fue uno de los 30 fallecimientos por cáncer de mamá que ocurren al año en Tamaulipas