(Agencia)
Ciudad de México.- Mujer de la vida es la novela de 400 páginas que hablaría del exilio, la prostitución y la corrupción institucional, pero el autor argentino Tomás Eloy Martínez decidió no publicarla por considerarla un fracaso literario. Mujer de la vida, realizada en 1987, se encuentra actualmente resguardada en Buenos Aires y Crónica tuvo acceso a ella.
“Es una novela que nunca se publicó, es inédita. Mi padre la terminó pero dijo que había nacido muerta y no le encontraba las respiraciones y latidos que él sentía cuando una novela reflejaba lo que él quería decir”, señala Ezequiel Martínez, hijo del escritor y presidente de la Fundación Tomás Eloy Martínez (FTEM).
A pesar de estar acabada, el escritor argentino decidió conservar las hojas mecanografiadas, anotaciones que hizo en cuadernos, transcripciones de entrevistas, materiales de investigación y ensayos, de los cuales algunos se encuentran en exhibición en el Centro Cultural San Martín, de Buenos Aires, Argentina.
“Él decía que dejó guardados todos los documentos referentes a esta novela y la novela misma como testimonio de su fracaso, de que también se puede fracasar al escribir”, precisa en entrevista el director de la FTEM.
—¿Pero utilizó fragmentos de Mujer de la vida en otras obras?
—Sí, él después tomó cosas de esa novela para usarlas en otras. Es decir, la despedazó, la desmembró y usó cositas acá y allá, pero bueno, dijo que era una novela que no lo representaba como escritor y por eso quedó ahí.
“Mi padre transportaba retazos de historias de un libro a otro, narraciones que le habían quedado sueltas. Mujer de la vida está reciclada en El vuelo de la reina (ganadora del Premio Internacional Alfaguara 2012)”, añade.
A la distancia ¿qué tanto se puede decir que ésta fue una novela que nació fracasada?, se le cuestiona al heredero. “Sí habla del exilio, prostitución, política… pero no lo sé, veremos qué pasa en un futuro con esa novela”, responde.
Tomas Eloy Martínez fue un escritor y periodista argentino que a los 9 años escribió su primer cuento, siete años más tarde ganó concursos de poesía y narrativa, con los cuales obtuvo dinero para salir de su natal provincia (Tucumán) e instalarse en la ciudad de Buenos Aires, bajo el deseo y anhelo de conocer a los escritores de ese momento.
Se graduó como licenciado en Literatura Española y Latinoamericana en la Universidad Nacional de Tucumán y en 1970 obtuvo una maestría en Literatura en la Universidad de París VII. Trabajó para los semanarios Primera Plana (donde dio espacio a los autores del boom latinoamericano) y Panorama, así como en el periódico La Opinión, La Nación, El País y The New York Times Syndicate. De 1975 a 1983 vivió exiliado en Venezuela y ahí fundó El Diario de Caracas, después en México crearía el periódico Siglo XXI de Guadalajara.
En 2009 Eloy Martínez recibió el Premio Ortega y Gasset a la Trayectoria y algunas de las novelas más importantes que publicó fueron: Sagrado (1969), La novela de Perón (1985), Santa Evita (1995), La mano del amo (1991), El vuelo de la reina (2002), El cantor de tango (2004) y Purgatorio (2008).
PROSTITUCIÓN. Durante la visita que Crónica hizo a la Fundación –con previa cita agendada– para acceder al archivo Mujer de la vida, observamos la novela mecanografiada con correcciones sobre las hojas y materiales de investigación que el autor argentino usó para ese proyecto narrativo.
Uno de los primeros documentos que se observan, es la autorización de la beca John Simon Guggenheim Memorial Foundation para escribir la novela. Después, en cuatro hojas tamaño carta con letras de máquina de escribir se puede leer el Currículum Vitae del escritor, mismo que entregó a la Fundación estadunidense. Ambos papeles tienen una versión en inglés y otra en español.
Lo que continúa es un sobre con la justificación de la novela y en donde se comprende que la protagonista es Violeta, una mujer que llega por error a Argentina y ahí es subastada para una red de prostitución internacional.
En dicha justificación se puede leer: “Mi proyecto es una novela de aproximadamente 400 hojas, cuyo título provisional es Mujer de la vida. Narro ahí la historia de un personaje marginal, Violeta Mayer, que refleja, como en un prisma, la corrupción de las instituciones y del poder político en la Argentina, desde 1910 hasta 1935, así como el creciente desprecio de esas instituciones por la persona humana.
“El drama de Violeta Mayer se teje dentro de otro drama aún mayor: el de la organización Zwi Migdal, que durante las cuatro primeras décadas de este siglo se dedicó a reclutar mujeres judías en Polonia, Rusia y Rumania, atrayéndolas mediante matrimonios falsos, para incorporarlas luego a una gigantesca red de prostíbulos en la Argentina”.
Después el escritor señala que dicha agrupación contó con la protección de las autoridades argentinas, lo cual –escribió– es una reflexión sobre la vida política de su país.
En párrafos posteriores, Tomas Eloy Martínez describe que esta novela “se propone también como una reflexión sobre la decadencia de un país, Argentina, que en 1910 era uno de los más prósperos del mundo, y cuya clase dirigente había elaborado un proyecto nacional civilizador, y que setenta años más tarde pudo consentir las formas de barbarie más abyectas. Es una reflexión sobre la intolerancia de la sociedad argentina con todo lo que le parece diferente”.
Hojas más adelante el escritor menciona que la protagonista es entregada mediante una subasta para trabajar en los prostíbulos de Zwi Migdal donde, al paso de los años, se convierte en la “madama de los burdeles”.
“A partir de entonces, el sórdido reverso de la prosperidad argentina pasa por la cama de Violeta como por un confesionario: las historias de fraudes políticos, los relatos sobre las matanzas de obreros e inmigrantes, la explotación de los campesinos que empiezan a invadir las ciudades, el apogeo de una música (el tango) escrita por artistas tísicos y menesteros”.
ESTRUCTURA. El archivo de Mujer de la vida también evidencia los cambios de estructura narrativa, por ejemplo, es frecuente la pregunta del escritor sobre ¿cómo iniciar la novela? En una libreta Tomás Eloy Martínez trata de responderlo así:
“El comienzo:
Una tarde, en plena calle, cuando B. A. era para bien una ciudad conocida, Violeta Mayer perdió su lugar
El final:
—¿Te vas?
—¿Cómo me voy a ir si no he venido nunca?”
En otras hojas el autor escribió: ¿Podría comenzar, entonces, de esta otra manera? En 1918, cuando el ejercicio de la prostitución en la ciudad de Buenos Aires fue sometido al imperio de las leyes y reglamentos, unas cincuenta mil mujeres vivían del oficio. Había sesenta y un lenocinios, y en cada uno de ellos trabajaban de diez a cincuenta mujeres.
En la libreta que está expuesta en el Centro Cultural San Martín (ubicado en Sarmiento 1551, Buenos Aires) se pueden leer algunas anotaciones del periodista argentino, como:
“Mujer de la vida. El cuerpo tiene memoria moral. Años después de que un brazo o el culo hayan pasado por cierta vergüenza, cuando volvemos a ver a la persona que ha sido testigo de esa vergüenza, se llenan de manchas o de salpullido como si se ruborizaran retrospectivamente”.
Y en el archivo de la FTEM se lee lo que podría ser un inicio de la novela:
“Violeta Miller es una miniatura envejecida. Debió ser bella y mínima en otro tiempo. Ahora sólo es mínima, armónica. Apenas sobrepasa el metro cuarenta, tiene un pelo lacio, pajizo, reseco por las sucesivas tinturas (alguna vez fue rojo, antes rubio, tal vez castaño en los comienzos): ahora es ceniciento, con vetas.
“Se lo ha dejado largo, casi hasta la cintura, y en toda la casa hay pequeños túmulos de pelo yaciendo, brotes, como en los cementerios. Por la noche, suele trenzarlo (una sola trenza larga) y ajustárselo con horquillas, en forma de rodete”.