(Agencia)
Ciudad de México.- José López Bucio es un joven y prolífico investigador con caminos científicos bien delimitados y marcados por la calidad y alto nivel de impacto que tienen, y tendrán, un mejor entendimiento de las plantas. Sus dos grandes aportaciones a la ciencia se llevaron a cabo en contextos distintos, primero en el Centro de Investigación y de Estudios Superiores (Cinvestav) Irapuato, con toda la infraestructura y grupos de investigación de una de las instituciones más importantes del país, y en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), en un entorno en el cual debió formar un grupo y constituir un laboratorio.
En entrevista, el científico michoacano expone estos dos logros, igualmente impresionantes y que nos introduce a un mundo de las plantas que no imaginaríamos que existe. El primero de ellos fue resultado de una década de investigación en el Cinvestav y del que derivó el artículo científico más citado de México en el área de agrociencias.
Como parte del equipo del doctor Luis Herrera Estrella, el michoacano colaboró para demostrar que nutrientes como el fósforo y el nitrógeno son moléculas que la planta detecta para regular programas de desarrollo. “Antes se pensaba que sólo las utilizaban como materia prima para crecer y eran parte de sus necesidades biológicas, pero demostramos, además, que las plantas son capaces de ‘darse cuenta’ si había en el ambiente, y en el suelo particularmente, suficiente nutrientes, suficiente fósforo y nitrógeno y en base a ello ‘tomar decisiones’”.
Para el científico se podría decir que las plantas son organismos inteligentes porque en el transcurso de la evolución aprendieron a monitorear el estado nutrimental de su ambiente, reaccionar y cambiar su programa de crecimiento y desarrollo de acuerdo a los niveles de nutrientes que encuentran en su ciclo de vida.
Esta investigación tiene connotaciones muy profundas, añade, por su impacto en la agricultura, en el manejo forestal y de plantaciones, así como de cultivos hidropónicos, y de todo tipo. “Ahora, productores e investigadores pueden controlar programas de crecimiento en la raíz, órgano que capta agua y nutrientes, y optimizar el uso de fertilizantes”. En su primera etapa, explica, las plantas requieren usar eficientemente los nutrientes disponibles para tener una producción sostenible. Los toma por la raíz para después llevarlos a su parte superior y enviarlos a los frutos o semillas que el hombre consume.
REGRESO A MICHOACÁN. La otra aportación importante del científico, aún en curso, pero ya ha arrojado resultados que serían igual de importantes a los obtenidos en el Cinvestav. Después de 10 años en el centro, regresó a Michoacán para hacer ciencia y si bien encontró condiciones más difíciles para realizar investigación, ya en la UMSNH, decidió olvidarse de la parte negativa y concentrarse en la creativa.
Con apoyo de la universidad, de la que egresó, el científico instaló su laboratorio y con los antecedentes de sus investigaciones sometió proyectos a Conacyt que fueron aprobados. Con los vínculos realizados en años anteriores formó redes con colegas e inició la formación de su grupo de trabajo.
Esta vez, sus investigaciones las concentró en una alternativa científica prometedora: la interacción de las plantas con microorganismos. Así, desarrollaron una línea de investigación muy productiva y que desde 2004 ha dado como resultado 36 artículos científicos en áreas de nutrición mineral y en interacción de microorganismos, que incluye un trabajo donde demuestran que las plantas también son capaces de detectar a los microorganismos en su entorno. Entender esta comunicación con los microbios del suelo permitirá formular nuevos productos en la agricultura.
“Este estudio ha sentado las bases para una investigación de alta envergadura e impacto mundial porque permitirá desarrollar una agricultura más sustentable donde utilicemos menos pesticidas, fertilizantes y herbicidas y, en cambio, utilizar los compuestos orgánicos que se encuentran naturalmente en el suelo”.
ASCENSO. Por estas investigaciones, López Bucio obtuvo el Premio de Investigación de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) 2012 en el área de ciencias naturales. Pero la historia del michoacano con la AMC no inició ahí, puesto que más bien la institución fue la que abrió la ventana por donde el científico inició su prolífica carrera.
Hace 20 años, el joven estudiante de biología obtuvo una beca para participar en el programa de Veranos de la Investigación Científica de la AMC, que lanzaba su convocatoria por cuarta vez. Fue entonces cuando tuvo oportunidad de visitar el laboratorio de Herrera Estrella, en una estancia de dos meses, para conocer su trabajo. “Fue una experiencia determinante”. Poco después, regresó para realizar su tesis de licenciatura.
Posteriormente, obtuvo otra beca de la AMC para hacer una residencia anual y dar pauta a desarrollar las investigaciones en el Cinvestav ya mencionadas. Esta es una muestra felizmente exitosa de los alcances del programa de la Academia, que cada año invita a jóvenes de todo el país a visitar universidades e institutos donde se realiza trabajo científico de frontera. El doctor José López narra la fortuna que tuvo de contar con este apoyo porque, de lo contrario, no habría desarrollado su carrera científica debido a sus limitados recursos económicos.
En su experiencia, relata, hay dos cosas muy importantes para desarrollar una carrera científica: la primera es la determinación personal y hacer todo con seriedad y compromiso. La segunda es contar con el ambiente adecuado en el momento adecuado; en su caso ambos coincidieron y en 20 años de formación y desarrollo científico obtuvo la enseñanza de asesores creativos y sensibles por compartir el conocimiento. Encontrar ese medio ambiente potencia “las ganas que trae uno y te llevan al máximo”, acota científico. “Hacer sinergía con los componentes individual e institucional lleva a un circulo virtuoso y permite obtener resultados de alto impacto”.