(Agencia)
Ciudad de México.- La escritora española Carmen Riera señala que escribe sobre cuestiones históricas para refrescar su memoria, pero si hablas del esclavismo, hay que cuidar que no caigas en lo lacrimógeno.
Son las reflexiones de la escritora catalana sobre su novela Cap al cel obert (Editorial Destino) y que dan pie a la plática. Se centra en La Habana del siglo XIX a través de una familia mallorquina descendiente de judíos conversos, asentados en la isla caribeña.
Dice Riera: “Nunca he vivido en Cuba, pero tengo una relación muy estrecha con su cultura”. Y por eso en esta obra, dice, “quería escribir sobre las relaciones entre Mallorca y Cuba. Y para hacerlo consulté, claro, mucha bibliografía y documentación sobre Cuba. Por ejemplo, el libro de Moreno Fraginals España-Cuba, Cuba-España. Y muchas otras obras sobre el esclavismo y sobre los ingenios, las fincas que tenían ingenios o calderas, en las que se fabricaba el azúcar”.
Riera es catedrática de Literatura Española en la Universidad Autónoma de Barcelona. Entre sus novelas destacan; Por el cielo y más allá (Alfaguara, 2000), Premio de la Crítica Serra d’Or; La mitad del alma (Alfaguara, 2005), Premio Sant Jordi 2003; El verano del inglés (Alfaguara, 2006) y Naturaleza casi muerta (Alfaguara, 2012). Su obra ha sido traducida al inglés, alemán, italiano, portugués, francés, ruso, griego, holandés, rumano, hebreo, húngaro, turco y eslovaco. En 2001 recibió el Premio Nacional de Cultura concedido por la Generalitat de Cataluña. Es miembro de la Real Academia de la Lengua.
—¿Por qué escoger el siglo XIX para su historia de Cuba?
—Entre 1850 y 1860 es el periodo en que se gesta la emancipación. Deliberadamente evité llegar al 98, porque estamos un poco saturados del tema. Quería abordar un poco el proceso de independencia cubano, y ver cómo ese nacionalismo se relacionaba con el catalán. El proceso de industrialización de Cataluña viene de Cuba. Muchos de los que allí hicieron grandes fortunas contribuyeron luego aquí a hacer la Cataluña moderna.
—¿Tienen memoria los catalanes de estos grandes cambios?
—Uno de los rasgos de la actualidad es que nos hemos quedado sin memoria y escribo sobre cuestiones históricas para refrescar mi memoria.
—¿Por qué dejó fuera de la novela el tema de los inmigrantes que hicieron fortunas con el comercio de esclavos?
—No del todo, pues tampoco deseaba hacer La cabaña del tío Tom. El tema del esclavismo es delicado porque puedes caer en lo lacrimógeno. Yo he querido reflejar que los jóvenes cubanos, las gentes bien pensantes, eran antiesclavistas, pero en cambio tenían esclavos. Es una paradoja. Eran partidarios de que Cuba se liberase de la metrópoli, pero no estaban a favor de la liberación de los esclavos. Decían que si los esclavos tenían libertad, la metrópoli debía que indemnizarlos.
—¿Diría usted que su novela está escrita dentro del género del folletín?
—La técnica que uso es la de dejar en suspenso al lector para que, increstado, siga la trama. La literatura del siglo XIX era el folletín y yo he hecho una novela sobre el siglo XIX; por tanto, éste era el género idóneo.
—El complot político que retoma en la novela, ¿se basa en un hecho histórico concreto, o es producto de la imaginación?
—Me inspiro en parte en la conspiración de Ramón Pinró, un catalán que murió ajusticiado en 1854 por haber participado en una acción secesionista.