Por Itzchel Moreno
En una ocasión escuche a una mujer divorciada, decir: “Le he enseñado a mis hijos a respetar a su padre, porque él me hizo”…
Mis ojos con seguridad no pudieron ocultar la admiración, pues esa mujer empresaria, profesionista y todo un ejemplo de la mujer contemporánea se rendía ante los micromachismos que define Luis Bonino, Psicoterapueta Argentino especialista en Varones, que estudia y descubre para el bien de las relaciones heterosexuales las piedras emocionales que hacen tropezar en una relación de pareja.
Otra amiga ejemplifico estos restos de poder entre los hombres al llamarnos como moda “nena”, lo que ella calificó como la relación padre – esposo que no sólo te protege, sino que apoya al grado de exigir respeto para otorgar dos o tres bofetadas, que le permitan a la mujer corregirse, bajo un método de educación conductista.
Es decir, el método de reglazo y castigo con el que aprendimos en la escuela cada vez que osabas desafiar a la autoridad escolar.
Esos micromachismos prevalecen en relaciones entre mujeres y hombres de manera práctica y Luis Bonino, los divide en varias categorías, como los micromachismos utilitarios, utilizados con frecuencia por hombres “modernos” que rechazan con toda su voz al “Machista” de antaño.
Los micromachismos utilitarios quedan bien en la cocina, cuando ellos evitan preparar los alimentos, porque ellas tienen mejor sazón.
También pueden utilizar micromachismos encubiertos ocurren cuando ellos abusan de la confianza que han generado en ellas y otorgan opciones o soluciones, consientes que serán más beneficiados si le inducen a ella para que otorgue su aprobación en más de una situación, sea esta política, familiar o por simple diversión.
Cuando los hombres ven amenazado su poder, comienzan las manipulaciones por crisis e incluso los coercitivos, que ocurren cuando existe presión psicológica.
Y lo aplican muchos al extender sus espacios de aislamiento, que con frecuencia hacen a la mujer pensar en la existencia de un tercero, hasta acabar con la seguridad, viviendo con celos, mientras se respeta el merecido aislamiento de los hombres para que piensen o descansen.
Las mujeres aún soportamos ese comportamiento en la relación de pareja, son pequeños abusos que desestabilizan psicológicamente y que permiten en ellos mantenerse amablemente por encima de nosotras.