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Ciudad de México.- El 11 de agosto de 1521, ante el ocaso del imperio azteca, una gran tormenta azotó la Cuenca de México; un día después, narra el Códice Florentino, no hubo batalla entre indígenas y colonizadores. Al día siguiente se declaró la caída de Tenochtitlan. Ese día 11 (según el calendario juliano), relata la revisión del libro XII del códice, un tornado apareció desde el Tepeyac, a 5 kilómetros del noreste de Tlatelolco. El códice menciona que este fenómeno circuló cerca de Coyonacazgo, por Tlatelolco.
Este es el primer caso documentado sobre la existencia de este tipo de fenómenos en nuestro país y si bien su incidencia no es tan regular, a lo largo y ancho de nuestro territorio se han registrado alrededor de 180, desde aquel mal augurio para los aztecas hasta el 2010.
De acuerdo con el artículo “The earliest documented tornado in the Americas” del doctor Óscar Velasco Fuentes, 25 de estos han sido registrados en la Cuenca del Valle de México, donde predominan las tormentas orográficas que originan tornados de baja y mediana intensidad. Por otra parte, las condiciones meteorológicas de estados como Chihuahua y Coahuila generan tormentas frontales que pueden producir tornados de mediana y alta intensidad, como el ocurrido en Ciudad Acuña el pasado lunes.
Para el investigador del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), este tipo de fenómenos ocurren más de lo que percibimos y podrían ser subestimados.
“Los tornados en México son de escala pequeña y de corta duración; típicamente tienen diámetros de decenas de metros, sus trayectorias alcanzan centenas de metros y duran algunos minutos”, explica en entrevista. “Por lo tanto, no debe sorprender que, en todo el mundo, se reporten mucho menos tornados de los que en realidad ocurren”.
Óscar Velasco es uno de los pocos especialistas en tornados del país y ha construido un inventario de los tornados ocurridos en México mediante reportes provenientes de libros, periódicos, revistas científicas y boletines gubernamentales.
De acuerdo con esta información, el científico del CICESE identificó que en las décadas de 1891-1900 y 2001-2010 se reportó el mayor número de tornados, entre 5 y 10 por año. “Podemos suponer que en México cada año ocurren varias decenas de tornados de baja y mediana intensidad. Tornados intensos, como el de hace unos días en Ciudad Acuña, probablemente seguirán ocurriendo de manera esporádica (uno cada varios años) en el noreste de México”.
De acuerdo con el científico, en el país se han observado tornados en todos los meses del año, pero la mayoría ocurre entre abril y octubre y los meses de mayor incidencia son julio y agosto.
PÉRDIDAS HUMANAS. Dentro del catálogo realizado por Velasco Fuentes, el tornado más destructivo ocurrido en el país, el 10 de mayo de 1899, mató a 22 personas en Hondo, Coahuila. En el mismo estado, el 24 de abril de 2007, en Piedras Negras se registró otro que causó la muerte de 3 personas. Ahora se suman las 14 de Ciudad Acuña.
Si bien no se pueden evitar estos fenómenos ni seguir urbanizando el territorio, ¿cómo prevenir la pérdida de vidas humanas? “Podríamos implementar un sistema de monitoreo de las condiciones atmosféricas que permita detectar, de manera temprana, la formación de tormentas capaces de producir tornados”.
El experto añade que además se podría instrumentar un sistema de alerta para comunicar a la población la posible formación de tornados y educar a la población acerca de lo que debe hacer antes, durante y después de un tornado.
Después de la tormenta y el tornado viene la calma, pero también de la implementación de medidas preventivas para que estos sucesos no causen pérdidas humanas. Si bien el azoro de los mexicanos y los medios de comunicación fue latente esta semana, el registro del investigador del CICESE refiere que no son fenómenos tan extraordinarios y si ocurrió uno anunciando el ocaso del imperio azteca, por qué extrañarnos que suceda algún otro un día cualquiera.