“Junto mis manos porque en ellas se ha quedado tu aroma, una vez unidas como decía la canción de Aretha Franklin, pido una oración por ti, para que tu recuerdo sea lo último que se pierda en mi mente.
Y es que encendiste el fuego, tal y como lo proponía The Doors y de pronto Bob Marley reafirma al fondo de la memoria Is This Love.
Entonces te guardaré como un regalo”.
Fueron las palabras que nunca se dijeron, pero las que ella deseaba que destellara el alma a través de la mirada.
Soñó también caminar acompañada bajo la sombra de los árboles en la calle favorita de su ciudad.
Luego imaginaba que sus manos se entrelazaban con las de otro corazón que latía sincronizado
Llegó a imaginar hasta el beso más dulce, luego el abrazo más tierno y deseaba sentirse enamorada.
Esa etapa de la que antes huyó, ahora la anhelaba. Y es que se iban los días, temía que un día se apartara el deseo y también se fueran sus ganas.
Soñó tanto con aquel amor libre que le arrancaría el alma como en un tornado.
Y ocurrió.
Una noche quizá alguna alma extraviada, llegó hasta la orilla de su cama… le besó. Dejó también su aroma y al amanecer la estela de su partida activo su olfato.
Había estado ahí… todo parecía real, no era sueño, pero sólo quedaba su aroma resguardado entre sus manos, impregnando la alcoba y aquello que parecía un recuerdo.
Ahora, aquella alma le visita… Ella no lo ve, pero sigue soñando como una loca que algún día lo encontrará.