Ciudad de México.- Algún día tenía que suceder. Raúl González Blanco, de 38 años, anunció su retiro desde lo alto del Empire State. Colgará las botas en un mes en Nueva York, destino final de una carrera legendaria a base de sangre y sudor. Mito en el Real Madrid y también en el Schalke en dos años que le cambiaron la vida.
El delantero español, ex del Real Madrid, Schalke 04, Al-Saad y ahora en el Cosmos de Nueva York, dejará el futbol después de que su equipo dispute los Playoffs de la National Asociaton Soccer League (NASL) que se realizarán el próximo mes de noviembre.
“Cuando firmé por el Cosmos en diciembre dije que evaluaría mi continuidad en función de cómo me iba encontrando”, afirmó el ex capitán del Real Madrid y de la Selección Española.
No se va un futbolista cualquiera. Se va La Estatua del Real Madrid, al que dejó por unos años antes de volver (porque algún día volverá). Seguía jugando al futbol porque era invencible. Lo seguirá siendo. Hasta la eternidad. Su legado permanecerá inalterable.
Aunque el rendimiento de Raúl ha sido bueno (7 goles en 25 partidos) lo cierto es que no se siente mentalmente listo para comenzar otra temporada de nuevo.
“No es un momento fácil, pero yo creo que es el momento correcto para decir adiós,” dijo el goleador. “Fue una decisión muy difícil”, afirmó.
Raúl González vistió durante 16 años la camiseta del Real Madrid, donde logró coronarse en 16 certámenes, por su parte en Alemania, ganó dos copas, mientras que en el futbol de Catar consiguió tres campeonatos.
Raúl apareció como un rayo en el Bernabéu. Calentó a base de goles en las categorías inferiores del vecino colchonero para asentarse en la vieja Ciudad Deportiva y comerse el mundo. Un Ferrari hizo añicos las puertas del primer equipo y se quedó con la corona del escudo. Raúl había nacido para jugar en el Madrid y escribir una historia grandiosa.
Raúl forjó su leyenda en equipo. Nunca fue egoísta. Pudo pensar más en él y no lo hizo. Quién sabe si por eso no ganó un Balón de Oro.
Él jugaba para ganar. Sus títulos eran los de todos. Pocos competían como él. Decían que no hacía nada y realmente lo hacía todo.
No nació siendo un portento. Ni físico ni técnico. No le importó. Se empeñó en ser lo que fue. Y no sólo en el Real Madrid. También en la selección aunque el fútbol fuese, quizá, injusto con él. Su ocaso en La Roja coincidió con el preludio de la mejor España de la historia.
Se marchó del Real Madrid y siguió ganando batallas cuando muchos le daban por muerto. Como el Cid. En dos años también se ganó el corazón del Schalke 04, equipo que transformó. Raúl necesitaba darse un respiro y disfrutar. Compitió y ganó.
De Alemania se fue Al-Sadd y después al Cosmos a disfrutar de su última temporada como futbolista. Sus últimos los jugará lejos del área, lejos como estaba del Bernabéu. Donde volverá. Raúl es el Madrid y el Madrid es Raúl.
“Ahora todo mi foco está dirigido a ayudar al Cosmos a ganar el campeonato. Quiero dar las gracias a todo el mundo que me ha ayudado en mi carrera deportiva y especialmente a los hinchas del Cosmos que me han recibido y apoyado con afecto y cariño desde que llegué a Nueva York”, comentó para acabar.
El mítico 7 del Real Madrid cuelga las botas después de 21 temporadas desde que debutó en el Real Madrid, club de su vida que ha compartido con el Schalke 04 alemán y el New York Cosmos estadunidense, en el que milita actualmente y en el que jugará sus últimos partidos durante este noviembre.
