Ayer el dirigente de la sección 30 de maestros Rafael Méndez Salas organizó un acto para reconocer a la mujer docente y con ello el rol que desempeña en la vida social de las comunidades donde ejercen el liderazgo de enseñar y forjar las nuevas generaciones. Las profesoras que están frente a grupo. Y que por lo mismo se queman las pestañas para obtener un salario que si no es justo.
Si es satisfactorio para las profesoras por el simple hecho de enseñar, lo básico de la educación inicial.
Las profesoras se han convertido en el eje de la tarea educativa, no solo porque son mayoría, sino porque en los planteles escolares, combinan su rol de profesoras con el de madres y guías de alumnos y alumnas. Tienen el pulso de los que acontece en el seno de la célula básica de la sociedad.
Tienen la lectura de primera mano del acontecer educativo, de los retos y desafíos de las metas y los rezagos que en ese sector sigue haciendo crisis y por lo mismo no deja de ser la interpelación permanente a los que creen llevar el liderazgo de educativo.
Quienes ayer se congregaron con el dirigente sindical, a quien ya no recurren para resolver sus demandas básicas de las escuelas donde prestan sus servicios, consideran que el acto fue relevante, porque estuvo dirigido a los docentes.
El tufo que no toleran las profesoras tamaulipecas agremiadas a la sección 30, es el que deja a su paso la legisladora del Partido Nueva Alianza Erika Crespo, a quien ayer la dirigencia sindical le asigno un espacio.
El malestar es el mismo desde que esta joven ocupa la diputación local y es invitada a los actos de ese organismo gremial organiza, lo mismo aconteció el año anterior. Porque en el medio educativo no es representativa. Ya que es maestra pero no es docente. La plaza que obtuvo es por influencias y no por méritos ni por capacidad.
En la zona escolar donde tiene su techo financiero, no llego por escalafón mucho menos por concurso. Si resultara seleccionada para ser evaluada, no aprobaría el examen, ni siquiera se presentaría a los centros de evaluación, pero sí figuraría en la lista de los privilegiados, porque las listas están arregladas. Esto según versión de Teresa Espronceda, cuya grabación está en poder de este escribiente. En el sentido de que los promedios más altos de la primera evaluación en esta entidad, ella misma los palomeo y los filtro a los mandos superiores.
El más frustrado de esta “farsa de evaluación” sin lugar a dudas en esta entidad es el doctor Diódoro Guerra Rodríguez. El sabe, está consciente y convencido. Que el proceso está viciado. Que se vulneró la metodología y los contenidos del examen fueron reventados por las insuficiencias de la infraestructura educativa.
Más todavía, el sabe, bien que sabe. Que estos métodos de evaluación y los programas a donde busca llegar la administración del presidente Enrique Peña Nieto, han fracasos en los países desarrollados, como Estados Unidos y la conclusión será la misma en este país en vías de desarrollo.
Sobre todo porque haber ocupado la dirección de los burros blancos del Instituto Politécnico Nacional, no por chiripa ni por la recomendación de su amigo el expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León, sino por la ascendencia académica ante todo de investigación.
Desgraciadamente en él se cumplió la máxima de que nadie es profeta en su tierra. Pues pareciera que así como llegó a esta entidad, se irá cuando concluya su gestión. Lo cierto es que son insuficientes 6 años, para emprender un proyecto educativo, como el propondría para esta entidad, en la que es menester educar desde el marco histórico que plantea la violencia, la migración.
La pobreza, el desempleo y la inseguridad. Problemáticas bien conocidas por el doctor Guerra, por su origen y su historia fronteriza.