El papa Francisco pidió hoy al pueblo armenio no “diluir” su memoria y rezó porque nunca jamás se repita una tragedia como el genocidio contra esa nación, perpetrado por los otomanos (hoy turcos) un siglo atrás.
Estas palabras fueron escritas por Francisco en el libro de honor del memorial del genocidio armenio, que visitó la mañana de este sábado, y fueron difundidas por la sala de prensa del Vaticano algunas horas después.
Aquí rezo, con el dolor en el corazón, para que nunca más existan tragedias como esta, para que la humanidad no olvide y sepa vencer con el bien el mal; Dios conceda al amado pueblo armenio y al mundo entero paz y consuelo”, escribió el pontífice en italiano.
Dios custodie la memoria del pueblo armenio. La memoria no debe ser diluida, la memoria es fuente de paz y de futuro”, agregó.
Jorge Mario Bergoglio habló sobre la importancia de la “memoria del pueblo” y de lo valioso de la antigua memoria armenia durante el sermón de una misa multitudinaria que celebró en la Plaza Vartanants de Gyumri, la segunda ciudad del país.
Más adelante advirtió contra el peligro de “ensombrecer la luz de la fe” cayendo en la tentación de considerarla como algo del pasado, como algo importante, pero perteneciente a otra época, como si la fe fuera un libro miniado para conservar en un museo.
Precisó que si el propio credo se relega “a los anales de la historia”, pierde su fuerza transformadora, su intensa belleza, su apertura positiva a todos.
La fe, en cambio, nace y renace en el encuentro vivificante con Jesús, en la experiencia de su misericordia que ilumina todas las situaciones de la vida”, abundó, hablando en italiano.
Estamos llamados ante todo a construir y reconstruir, sin desfallecer, caminos de comunión, a construir puentes de unión y superar las barreras que separan. Que los creyentes den siempre ejemplo, colaborando entre ellos con respeto mutuo y con diálogo”, apuntó.
Aseguró que el mundo necesita cristianos que no se dejen abatir por el cansancio y no se desanimen ante la adversidad, sino que estén disponibles y abiertos, dispuestos a servir.
Urgen hombres de buena voluntad, que con hechos y no sólo con palabras ayuden a los hermanos y hermanas en dificultad; se necesitan sociedades más justas, en las que cada uno tenga una vida digna y ante todo un trabajo justamente retribuido, declaró
Tras celebrar la misa, Francisco realizó un recorrido entre la multitud a bordo del papamóvil antes de retirarse a almorzar al convento de Nuestra Señora de Armenia, ubicado a cinco kilómetros de distancia.
Por la mañana, el Papa se inclinó ante la llama eterna del Memorial del Genocidio en presencia del presidente armenio, Serge Sarkisian.
El papa depositó una corona de flores ante el mausoleo y luego bajó unos escalones hasta llegar a un patio circular rodeado de 12 estelas que representan las doce provincias donde bajo el Imperio Otomano los armenios fueron masacrados.
Con una estola roja en los hombros, en medio de los obispos de la iglesia apostólica armenia vestidos con sotanas y capuchas negras, el papa escuchó muy concentrado un coro de mujeres y luego un grupo de flautistas.
Tras escucharse el canto religioso armenio “Hrashapar” (“Milagroso”), un obispo leyó la epístola “Debieron soportar un gran combate” y el Papa pronunció una oración.
Luego Francisco se desplazó en automóvil a los jardines y regó un árbol en señal de paz y renacimiento.
A lo lejos se veía la cima nevada del monte Ararat, lugar simbólico de la cultura cristiana armenia, donde, según la leyenda, se posó el Arca de Noé.
La agenda papal seguirá por la tarde con las visitas a las catedrales católica y ortodoxa de Gyumri, antes de regresar a la capital, Ereván, donde participará de un encuentro ecuménico.