Después de la depreciación de la moneda mexicana ante las divisas de otros países se advierte una devaluación a la postre, de la elección presidencial en Estados Unidos, gane quien gane, se esperan que se agudice la recesión en México porque los responsables de dirigir la economía han mostrado incapacidad para impulsar los entes productivos que le permitan a los sectores incrementar las cadenas productivas para llenar el espacio que ocupan los energéticos fósiles como el gas y el petróleo, que esté 2016 está se depreciaron un cincuenta por ciento, respecto a cuatro años atrás.
Los encargados de las finanzas y de la hegemonía mexicana hicieron sus ajustes correspondientes para que no les alcance el colapso económico y financiero que se avecina. Por ese motivo la cámara federal aprobó un mayor presupuestos de ingresos y lo mismo se espera en la plataforma de los egresos. Los analistas nacionales consideran que por ese motivo se “infló” la ley de ingresos, para justificar una inminente caída de la economía.
Lo cual no es novedad, ya que las generaciones nacidas después de la segunda guerra mundial desde que nacieron, escuchan las voces oficiales recurrentes desde entonces, de crisis y devaluaciones, ajustes presupuestales y de unos años a la fecha de recortes presupuestales.
En particular este año, los gobiernos estatales opositores al tricolor sufrieron recortes severos que afectan la mayoría de las actividades económicas, principalmente la actividad primaria, relacionada con los productos del campo no elaborados.
A la par que el gobierno federal de origen priísta, no ha generado las condiciones para que se activen las actividades económicas que le permitan al país generar los recursos que se dejaron de percibirse por la renta petrolera.
Pero con sólo estar enterados que la deuda de la petrolera más importante del país como es Pemex, su deuda al finalizar el 2016 será superior a los 100 mil millones de pesos. En tanto que los intereses de la deuda del país es equivalente al 50 por ciento del producto interno bruto. Resulta patético pensar en un escenario de pujanza menos de bonanza.
Y si a esta circunstancia se le agrega que el 87 por ciento de los contribuyentes fiscales que declaran pertenecen a la clase media de este país. Y por lo mismo son estos quienes fortalecen las tablas de aportaciones de los contribuyentes.
Quizá por ese motivo los análisis escritos, de radio, televisión, redes sociales, cámaras empresarias, organismo productivos y líderes de opinión consideran que los gobiernos mexicanos de las primeras décadas de este segundo milenio, han mostrado incapacidad en administración y proyección de escenarios financieros favorables al fortalecimiento de la economía.
La mayoría de estas expresiones vaticinan que la actual administración federal sería similar a la del ex presidente José López Portillo, gobierno en cual este país sufrió una de las devaluaciones más severas de la historia.
Pero con el dólar a casi veinte pesos antes de la elección en Estados Unidos, los análisis de referencia advierten, que las inercias de los mercados indican una depreciación mayor de la moneda mexicana, no sólo frente a la divisa verde sino ante otras denominaciones.
En parte a ello se debe la salida de capitales, sobre todo por el incremento de los intereses del banco central de Estados Unidos mientras que el Banxico son nulas las ofertas de un incremento a los intereses para mantener a los ahorradores e inversionistas.