Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Existe un pequeño páramo en el Panteón de la Cruz que es distinto a los demás.
En él no hay flores ni mármol, ni camino entre las tumbas, apenas marcadas con una cruz de madera. Cubiertos de polvo y maleza, ahí descansan cientos de hombres y mujeres sin nombre.
Hasta el primer semestre de este año, informes oficiales revelaron que a la fosa común llegaban 40 cuerpos al mes de personas desconocidas que morían en situaciones de riesgo en la región centro de Tamaulipas.
Víctimas del olvido, la violencia y el horror, los restos desconocidos de la fosa común municipal duermen apenas bajo una capa de metro y medio de tierra por encima de la superficie; las ánimas miran, segregadas, los cuidados que las familias brindan a los que sí tienen nombre.
Las cifras oficiales aseguran que las fosas están los cuerpos de 500 personas sin ser identificada y hubo ocasiones que en la región llegaban hasta 40 personas desaparecidas por mes a estos lugares.
Este Día de Muertos, los olvidados no tienen quién les llore ni les cante. Nadie les lleva comida, tequila y cigarros, ni siquiera los recuerdan. Sólo las moscas y el viento que sopla por el panteón los arrullan en la larga noche.
Más que un sitio de eterno descanso, la fosa común es un vertedero: Apenas a unos metros, cuatro barriles de basura despintados y oxidados están repletos de carroña y desperdicios. Incluso para los vecinos del lugar, la basura es más problemática que la fosa común.
Quienes viven a los alrededores del panteón, en la colonia Azteca, relatan que, durante el día, a la fosa común sólo acude el Servicio Médico Forense a depositar un nuevo cadáver sin nombre; marcan el lugar con una cruz de madera en la que inscriben la fecha en que se dio fe del cuerpo y el lugar donde se encontró.
Por la noche, sin embargo, acuden malvivientes a perturbar el descanso eterno de los que no tienen nombre. El panteón, rodeado de barda excepto por el punto de la fosa común, se llena al caer el sol de borrachos y drogadictos que aprovechan la maleza para sus vicios.
Inclusive, una vecina del lugar relató que hay quienes van más allá del vicio y desentierran los restos que ahí duermen. Los usan como trofeos de su fanfarronería o en rituales inhumanos. Hay quienes también usan la noche del panteón para practicar la sodomía o el erotismo.
Las tumbas del lugar inspiran respeto incluso a los malvivientes, pero no la fosa común, un lugar donde ni siquiera el olvido es recordado por quienes festejan el Día de Muertos.