El sistema de partidos en Tamaulipas, está desquiciado. A partir del triunfo de Andrés Manuel López Obrador en julio del 2018, la relación y la correlación del PAN, PRI y MORENA, sufrieron un vuelco que los destanteó tanto –a todos ellos, incluyendo a la chiquillada que no tiene el menor caso mencionar, porque como factores cayeron a su mínima expresión- que aún no se despabilan.
Esa tríada, vive escenarios tan complejos que no acierta replantarse para superarlos.
El PRI, se mueve agónico por las praderas y llanos tamaulipecos. Su algarabía y feliz como persistente aplauso a las políticas neoliberales –topes salariales, privatización de empresas para entregarlas a favoritos priistas, políticas sociales achicadas, reforma fiscal en favor de los millonarios, etc.- lo debilitó y deslegitimó de tal forma que su narrativa hoy se ve como cínica y desfachatada.
En efecto: fundamental instrumentador de las reformas estructurales, pagó perdiendo legitimación y simpatías entre los ciudadanos. (Incluso, algunos de sus mas destacados dirigentes decidieron darle la espalda y buscar otras opciones).
En Tamaulipas, el PRI es un puñado de jirones.
El arribo al CDE del riobravense Edgar Melhem Salinas, hace aflorar una grande paradoja: en el espectro regional, es el dirigente con mayor empaque: ha sido diputado federal y alto funcionario del gobierno federal tricolor, y es quien más le sabe a la cosa política de la membresía tricolor local. Se puede decir, que en lo personal, está en el mejor momento de su carrera –aunque no en el mejor lugar-.
Lo paradojal del hecho, es que el Institucional tamaulipeco en estos momentos, parece tener mucho líder para tan poco partido. Es decir: Edgar, -sopesando su perfil- está sobrado como dirigente para las desangradas estructuras partidistas que dejó el colapso de la candidatura presidencial en el 2018.
El PAN, vive un circunstancia diferente. Partido dominante en el estado, con una red de dirigencias municipales formadas por la inercia del triunfo de la gubernatura y de las principales alcaldías, posee una retícula política un tanto sólida y funcional.
Es decir: el albiazul, hoy por hoy, es el partido mejor articulado en la comarca.
A contrapelo del PRI, la llegada del Cachorro Cantú a la Presidencia del CDE del PAN, evidenció que es poquito dirigente para tanto partido.
En efecto.
Cantú, no tiene el perfil de conductor de militantes. En los más recientes videos, se deja ver como un inexperto concursante en una justa de oratoria de muchachos de Secundaria. Sí. No trae nada en el morral. Es apenas, un sujeto político que hasta hoy ha exhibido más imitaciones que fortalezas.
El panista, trae enjundia. Lo que le falta es experiencia y conocimiento, de un paisaje político por demás complejo. Su retórica, es apenas la repetición de su dirigente nacional, que más deplorable no puede ser. Replicar, ese discurso sólo lo hace naufragar en las turbulentas aguas de una opinión pública cada día mas crítica y agresiva en las redes sociales y en la vida real del Tamaulipas actual.
MORENA, vive el peor escenario de los posibles en la entidad. Ni estructura, ni liderazgos legítimos y funcionales. No existen Comités Municipales y el CDE está ocupado por un liderazgo provisional que lastima de tanta ineficacia y tanta impericia. Para agrandar lo conflictivos diques del lopezobradorismo, hay que añadir que la contienda por el CEN se ha agriado poniendo en riesgo la institucionalidad del partido.
Grandes los desafíos de la tercia partidista.
¿Logrará remontar esos retos?
No comamos ansias: falta un año para saberlo.