Circula en internet un video de la estrategia de vacunación contra el Covid-19 que está aplicando el Gobierno de Estados Unidos.
De acuerdo con la información, se aplican 1,600 dosis por hora, durante las 24 horas de los siete días de la semana.
Pero el dato más relevante, llamativo y admirable, es el proceso de vacunación: los ciudadanos llegan a los puntos de aplicación del inmunizante en su vehículo, y ahí, sin bajarse, reciben la dosis.
Se dice que las comparaciones son odiosas, pero en este caso no lo son, porque es imposible no caer en la tentación de comparar lo que hace el Gobierno vecino con lo que realiza el nuestro.
Mientras Estados Unidos proyecta inmunizar a toda su población en un lapso de tres meses, para estar en condiciones de regresar a la normalidad, México estima lograrlo ¡en dos años!
Mientras allá tienen una logística sincronizada, que busca rapidez y eficiencia en la aplicación de la vacuna, aquí el Gobierno federal recurre a la clásica “fila india”.
Es cierto, Estados Unidos tiene su propia vacuna y eso le permite acelerar el proceso de inmunización de su población, en tanto que en México dependemos de las farmacéuticas para disponer del producto.
Pero el gran problema de México no es la ausencia de una vacuna propia, sino la tozudez o terquedad de un mandatario federal que insiste en politizar el tema.
Se niega López Obrador a que los Gobiernos estatales, y la iniciativa privada hagan gestiones propias, para la adquisición del antivirus, sin tomar en cuenta de que cada día mueren decenas de personas a causa de la enfermedad.
En vez de sentarse a dialogar con los Gobernadores, para juntos encontrar una estrategia que acelere la aplicación de la vacuna, el presidente los insulta, porque supone que quieren darle al tema un uso político cuando él hace lo mismo.
Esa es la gran diferencia con los estadounidenses. Por eso ellos son un país de primer mundo y nosotros seguimos siendo una República bananera. Discúlpeme usted si lo ofendo, pero esa es la cruda realidad.
Cuando los Gobiernos deberían convertirse en uno solo, sin fobias ni filias partidistas, anteponiendo a toda la salud de la población, hacen lo contrario y se enfrascan en una disputa estéril, sin importarles que en ello vaya la salud y la vida de millones de mexicanos.
Ya se va a cumplir un año desde que inició la pandemia, y los Gobiernos siguen sin ponerse de acuerdo en unificar una estrategia que permita frenar los contagios.
Peor aún, mientras los vecinos se aplican en descifrar el enigma del virus para inhabilitarlo por completo, en México todavía seguimos con el debate de si es necesario o no el uso del cubreboca, y continuamos apostándole a las estampitas y “detentes”, como arma contra la mortal enfermedad.
EL RESTO.
¿PODRÁ? -La diputada panista, Ivett Bermea Vázquez, se registró, ayer, como aspirante a la candidatura por la Alcaldía de Matamoros.
No la tendrá fácil. Morena buscará defender el único municipio importante de Tamaulipas que gobierna a través de Mario Alberto López Hernández, “La Borrega”.
¿Podrá ganar la elección? Es la pregunta que se hacen hacia el interior del PAN.
En favor de la matamorense habría que señalar que ha sido una legisladora bastante activa. Es de las pocas que ha cumplido casi al cien por ciento en asistencias a las sesiones ordinarias y a los trabajos en Comisiones.
Sus participaciones en tribuna han sido pulcras, alejadas del vocabulario estridente y plagado de adjetivos groseros.
En lo personal me parece que sería una buena alcaldesa.
ASI ANDAN LAS COSAS.