Por MARK BRADSHAW
El ocaso de las precandidaturas para la diputación federal por mayoría relativa en Nuevo Laredo llegó, y con ello el molesto perifoneo que circunvala en las colonias populares; tal como los emprendedores de la calle que compiten por atraer al mercado de las comidas poco saludables y nada higiénicas, dignas de estómagos pobres y mentes inconscientes.
La demagogia y jingles políticos contaminarán la de-por-sí sucia atmósfera fronteriza congestionada con almas atascadas en la red celestial de palomas envenenadas, perros callejeros atropellados y halcones cazados. La tos que sofocará a los ciudadanos provocará que todos se auto-mediquen con fórmulas que les han enseñado con el paso de los sexenios y trienios: una cucharada de selfies y despensas, pastillas de ideas y promesas ideáticas, y un supositorio de mítines y verbenas populares con loterías, ferias de servicios y más despensas. Lo mismo de siempre, pero más barato… en ideas, obviamente.
Sin embargo, lo interesante para este Distrito 01 tamaulipeco es que el termómetro populista deberá calibrarse para medir la presencia partidista, pues los tres candidatos son lo más parecido a un apéndice o un coxis que cohabitan con otros órganos y células organizativas pero sin que tengan una función o imagen sustancial, ni con la militancia ni con la gente. Eso sí, si alguno de ellos revienta o se quiebra pondrá en jaque a todo el cuerpo político y tendrá que ser extirpado antes de que provoque una mayor infección, ponga en coma todos los acuerdos, o se desangre sobre las cartas que estaban sobre la mesa de operaciones.
Pero hay algo gracioso en estos tres aspirantes a una curul en la Cámara Baja: representan perfectamente la salud política de esta ciudad:
Por el lado del nauseabundo e hipócrita Partido Revolucionario Institucional, Yahleel Abdala Carmona. Con gran simpatía y blanca sonrisa, fue presentada ante los simpatizantes como el corazón del partido; el espíritu cuya reencarnación fue por medio de una unción divina del dios Falange y bendecida por los únicos dos santos extraídos del tricolor que gozan de “buena” reputación dentro y fuera de él: Horacio Garza Garza y Daniel Peña Treviño, ambos ex alcaldes de Nuevo Laredo. Contrarios a Yahleel en el día de la elección a su precandidatura, el rostro de ambos distó de la alegría mandatoria por los cánones de San Plutarco; y lo peor: fue inmortalizada en una representación gráfica que sirvió de un perfecto canvas para todos los mal querientes de las redes sociales, quienes se encargaron de multiplicarlo como pescados y pan.
Para los foráneos, el PRI en esta ciudad es como una casa donde el papá se queda dormido por borracho, la mamá le roba la tarjeta de crédito para ahogar sus penas con compras innecesarias y de paso chantajea a sus hijos dándoles lo que quieran siempre para que no hagan un berrinche en público o se cambien de partido.
Lo que nos lleva directamente con Laura Zárate Quezada, la post-pre-candidata por el Partido Acción Nacional. De último minuto, pero con cinco o seis días de retraso, se dio a conocer que la también post-priísta y pre-diputada local con licencia sería la única blanquiazul en las boletas electorales del 7 de junio, ya que Rafael Pedraza, quien invirtió más que las suelas de sus zapatos para comprarse una buena imagen hacia el pueblo, terminó por doblar las manos y finalmente regalarle su puesto a la tercera y última precandidata del PAN.
Para evitar una fractura expuesta, don Rafa accedió a convertirse en empleado y volverse así coordinador de la campaña de Laura, a quien hay que reconocerle que hizo un buen trabajo al interior del partido para ganarse la simpatía de los militantes, en lugar de colgar panorámicos en lugares donde los ciudadanos ni siquiera tienen escrituras sobre sus patrimonios y los caballos se atraviesan en la carretera por negligencia de los carretoneros dueños de esas mismas casas sin certeza jurídica.
Pero Laura siempre estuvo lejos de ser reconocida como una productiva pieza en el ajedrez legislativo. Frente a la comisión de cultura, bien pudo proponer proyectos de reconstrucción del tejido social que tanta falta hacen y así ganarse la simpatía popular al mismo tiempo que conocía las necesidades reales de los electores, pero sólo fue el peón en uno de los tableros más falsos y comprados de la República: el Congreso local.
En esta elección, Zárate Quezada deberá jugar en equipo con su partido, el cual seguramente goza de mayor simpatía neolaredense que cualquier otro, al menos a nivel local; y con Pedraza, de quien deberá aprovecharle todas las influencias y contactos que él consiguió a lo largo de estos últimos meses, cuando le dijeron que él sería el rey. Ahora, cual simple alfil, le deberá abrir camino a Laura para que ella se convierta en reina, y así todas las piezas sobrevivientes se lleven la victoria.
Y hasta atrás: la izquierda; con un ciudadano emanado de ninguna parte: Alberto Damián Soto Cortés: un joven emprendedor quien sin tener conocimiento alguno sobre cuestiones legislativas será enviado a un verdadero campo de batalla con una espada imaginaria de la que le contó Andrés Manuel López Obrador montado en su noble becerro, el partido Movimiento Regeneración Nacional.
De Damián sólo se pueden esperar tres cosas: derrota, angustia y experiencia.
La primera, porque los mismos integrantes de Morena echaron abajo a su Comité Directivo Municipal, pues estaba corroído por el cáncer que representa la familia Chavira y todos sus secuaces. La expulsión de estas células malvadas provocó un debilitamiento que, aunque necesario, por ahora lo mantienen débil y sin una imagen sana o funcional para la ciudadanía. Además, con personas como el rector de la Universidad del Norte de Tamaulipas –cuya pariente pretende correr como candidata independiente, y de quien sin embargo no vale la pena hablar- siempre se corre el riesgo de un día haya un puñado de acarreados dispuestos a escupirle en la cara a Damián por 500 pesos, un vaso de refresco y una bolsa de palomitas de El Sol.
Lo siguiente es la angustia: ¿cómo un ciudadano se atreve a enfrentarse a los partidos políticos en Nuevo Laredo? ¿Le importa tan poco su salud e integridad?
Si bien es cierto que para cambiar las cosas hay que entrarle a la política, también hay que reconocer que la mejor técnica defensiva es la ofensiva. Hay una gran diferencia entre entrenar como Rocky Balboa para que poco a poco se pueda ser el mejor, y Jesucristo nacionalista.
Respecto a la experiencia, sólo cabe decir que en este país los defensores de la patria son humillados, asesinados, quemados en basureros, desaparecidos, violados, criminalizados y después humillados. Lo último que se debe hacer es querer jugar a la política mexicana creyendo que no se sufrirán síndromes de estrés post-traumático, y si Damián lo intenta, él y su partido comprenderán que hay mucho trabajo por hacer antes de intentar siquiera llegar a un cargo de elección popular.
La política debe de ser exclusivamente para los políticos, así como la religión para aquellos que busquen la santidad; los ciudadanos tienen como única función estar siempre informados para saber qué y cómo exigirle a los políticos que hagan bien su trabajo. De eso se trata la democracia a la mexicana, no de que alguien como Cuauhtémoc Blanco o el payaso lagrimita se levanten un día con ganas de influir en la vida de millones de personas. Sabes que hay un problema grave en el sistema político electoral de tu país cuando un personaje farandulesco o cualquier hijo de vecino con nobles ideales pero cero formaciones o experiencia en la administración pública o temas legislativos puedan correr por un cargo de elección popular como lo es una diputación federal. Que no nos sorprenda el día en que un junior cualquiera y una actriz de televisa lleguen a Los Pinos sólo por guapos y carismáticos.
Damián Soto debe perder, pues Morena es sólo Andrés Manuel López Obrador y su adicción al fuero, que como cualquier otro junkie siempre es bueno compartirlo con todos sus amigos siempre y cuando no le quiten toda la dosis. Y aunque la honestidad, honradez y trabajo duro del neolaredense sean cualidades necesarias y casi totalmente escasas en el Congreso, la realidad es que ese partido de “izquierda progresista” aún no tiene presencia y no la tendrá nunca, hasta que arregle sus problemas internos y haga además trabajo de campo hacia los distintos grupos sociales; con proyectos bien estructurados, objetivos específicos, metas concretas y resultados medibles.
Está elección será la prueba de fuego para los partidos, pues los ciudadanos depositarán en las urnas su simpatía hacia el color, no el rostro. Será todo lo contrario cuando la priísta tenga sentido para los mismos priístas, la panista se vuelva algo más que una figura decorativa, y el moreno sobreviva llegue a mayo.
Señoras y señores de Nuevo Laredo, bienvenidos a la elección federal intermedia de este 2015.