Por Eduardo Piali
Nuevo Laredo, Tamaulipas.- Laredo está polarizado. Mientras algunos ciudadanos celebran la nueva legislación que permite portar armas de fuego a la vista, otros ven esto como una aberración; como aplaudir la destrucción y odio entre seres humanos.
La mayoría de la gente que está en contra de esta SB17, aprobada por el senado texano y ahora en análisis por la Cámara de Representantes, son emigrados de origen hispano y estadounidenses hartos de un sistema estadounidense “que se vuelve cada vez más peligroso”.
Ruben García, ciudadano de Laredo y veterano de guerra, reconoce que la libertad por la que peleó en medio oriente se está confundiendo con este permiso, con el cual los texanos podrían portar pistolas como el revólver calibre 38 que hace una semana fue accionada contra las hermanas Allysson y Anel Martínez.
Pero a la vista de los estadounidenses que comulgan con el Partido Republicano (imperante en Texas), la ley “open carry” representa una defensa al derecho inalienable de proteger su familia, patrimonio y patria, la cual se constituyó hace más de 200 años en la Segunda Enmienda.
“No tiene más finalidad que darle valor al derecho estadounidense de portar armas; pero no responde a una necesidad social pues los niveles de agresión no son tan graves como para que todos vayan a un Starbucks con sus rifles de asalto, esas personas sólo lo hacen para atraer atención al debate de las portación de armas”, opinó el politólogo Daniel Borrego, pero naturalizado estadounidense.
“Las razones por las que los hispanos podrían estar en contra es porque la mayoría de las personas que promueven estos movimientos a favor de las armas son anglosajones: blancos conservadores cuyo nacionalismo estadounidense está muy arraigado”, añadió.
La SB17, promovida por el senador republicano Craig Estes, quitaría la prohibición de portar pistolas y revólveres en público, la cual fue promovida hace 125 años.
Irónicamente, se pueden portar rifles de asalto y escopetas atadas al hombro y pecho.