Por: Itzchel Moreno
A veces nos preguntamos ¿por qué el amor no llega a mi vida?… y alguna vez hemos preguntado: ¿Qué te hice amor?…
Pocas veces regresamos la vista al pasado, tal vez nos dolió demasiado una relación, que podríamos pensar más de diez veces en volver a involucrarnos en alguna de esas citas, que comienzan con una mirada, la sonrisa, el intercambio de números telefónicos y las promesas de “un para siempre”…
A veces, no es necesario salir de casa para dañar al amor, porque nos hemos dañado nosotros mismos, en las propias paredes de nuestra habitación, quizá ese pensamiento masivo del sobrepeso o la extrema delgadez, te impactarony no bastaron las mil dietas de la luna, te colocaste mensajes desde el tocador hasta la cocina recordándote a ti misma, quién eras ante tus propios ojos y ahí pudiste dañarte.
Pudiste lastimar también tus convicciones por agradar a otros a quienes creíste admirar, te fallaron y ahora quedamos heridas.
Lo mismo aplica para hombres que para mujeres, porque ellos también tienen miedo de volver a amar y cuando vamos creciendo, en esta sociedad que ahora nos permite la familia unipersonal, hacemos a un lado el resto de las formas de amor.
Nos censuramos, castigamos y hasta intentamos convencernos que bloqueamos los sentimientos…
Pero sólo “intentamos”, porque seguimos sintiendo esas ganas de despertar un día abrazando al amor, le soñamos, lo “stalkeamos” y por temor guardamos el te quiero, te extraño y te amo.
Al amor yo le he puesto un final antes que a él se le ocurra lastimarme, al amor le he dicho: “lo sabía”, mientras mi voz se esforzaba por que no escuchará al otro lado del auricular que mis lágrimas rodaban como cascada en mis mejillas, al amor le grité: “basta”, cuando se habían agotado los planes juntos…
Y ahora, igual que tú, no sé cómo volver a dirigirle la palabra.
Parecemos los buenos amigos de secundaria que reímos con el chismógrafo en las canchas de basket, y que ahora veinte años después, nos vimos a los ojos en la calle, queríamos hablarnos, pero algo le habíamos hecho juntos al amor… y nuestras miradas sólo chocaron de manera intensa, los abrazos se contuvieron y me dueles…
Comenzaré por decirme a mí misma que la naturaleza no se equivocó con mis “chimpas” rebeldes, le diré; que tampoco sería yo sin mi pequeño cuerpo y además le confesaré que una amiga nutrióloga dice, que las mujeres de 90-60-90, ¡no existen!
Ella dijo que están sólo en la imaginación de los hombres y en sus comics.
Afuera estamos sólo nosotras, las mujeres reales, y a partir de hoy haremos la tarea de contarle a la niña que fuimos lo que somos ahora…
Seguro se sorprenderá, y no sé si tú lo intentes, pero yo comenzaré a preguntar ¿Qué te hice amor?