Por Itzchel Moreno
Las mujeres podemos ser altas, bajitas, flacas, llenitas, de colores y pensamientos distintos.
Así somos perfectas para amar porque los sentimientos no están ligados a la apariencia y somos competitivas porque el cerebro no funciona en base al género.
Por tradición la mayoría de nosotras ha entrado en el rol del maquillaje, los tacones y los vestidos. Y justo cuando parecía que habíamos ganado la batalla de la aceptación, nuestras faldas, los pantalones y los escotes comenzaron a medirnos ante los demás.
Los comentarios se dan entre iguales, “que si el pantalón entra con calzador, que con aquella falda se verá la panty, que si las bubis están muy abajo, que ahora pareces de la iglesia”, en fin, los comentarios abundan y con frecuencia siempre en una crítica para desprestigiar.
En México para colmo, buscamos hacer valer la vieja frase: “como te ven te tratan”.
Sin embargo, nadie parece estar exento y en Suiza han lanzado la campaña “No midas el valor de una mujer por su ropa”.
La intención es hacer que la sociedad sea consciente que los escotes, los tacones y el largo de la falda, no dirá nada sobre la personalidad de las mujeres, ni su estatus sentimental, si acaso, esa mujer un día por la mañana decidió ser sexy o recatada.
La idea es de Terre Des Femmes, una organización en pro de los derechos humanos, la igualdad de género y el feminismo.
Ahora la próxima vez que veas a una mujer y su ropa por costumbre te haga calificarla, trata de reaccionar, ponte en sus zapatos y piensa que ella simplemente disfruta de la moda y sus atuendos igual que tú.
Evitemos juzgar y dejarnos atrapar por la mercadotecnia que exige bubis grandes y redondas, pompas definidas, abdomen plano.
Vamos a aceptarnos, primero nosotras, con esos rizos desordenados que revuelven ideas, con el cabello lacio y despreocupado.
Tejer esta red de autoestima, podría lograr una cosa, hacernos seguras de nosotras mismas.
Cuidar nuestra economía y hasta la salud.