Por: Itzchel Moreno
Cuando se pasan las veinte y las treinta primaveras, las marcas de la edad parecen ahogarse y encuentran los sitios menos pensados para emerger y recordarnos el ayer.
En ocasiones, con nostalgia las mujeres y los hombres comenzamos una búsqueda desesperada por las cremas y el maquillaje con protección hasta por 48 horas (de ser posible).
Comienza una rivalidad entre los jóvenes y los maduros “conservadas”, hacemos el recuento del pasado y luego te percatas que cada una de las locuras ocurrió hace mínimo quince años…
Los hombres, a diferencia de nosotras, van dejando sus canas en el cabello y nosotras esclavas del tinte o del crayón.
Ellos no han luchado con anticonceptivos en el cuerpo, no han sufrido una cicatriz por cesárea, la episiotomía, la salpingoclasia, la cicatriz para levantar el busto o para reducir el abdomen.
Otras sólo llegan más allá de las quince mil lunas y no llegaron a ser ellas…
Pasó un cumpleaños y treinta más, sin la lista de sueños pendientes, sin decidir siquiera. Porque hubo una figura paterna que le instruyó para obedecer, para no corregir, porque cambiar de opinión parecía capricho o indecisión, según el ABC de género de Norma Vázquez.
Han pasado las quince mil lunas y te sigue molestando en ocasiones cuidar el aroma de tu cama, porque una mujer debe ser como las flores, te cansan los tacones, pero debes lucir la pantorrilla definida, tardas más en el baño, por la depilación de bozo, el acondicionador, la ampolleta, la secadora, colocar el pantiprotector, no salir sin la fruta, no olvidarte del delineador y por fin al salir encuentras a una mujer, que te escanea…
“¿Así va a salir señora?”… ¿me veo mal?, respondes ante el esfuerzo realizado.
Bueno es que tiene cosas mejores, te dice la señora que apoya en el trabajo de la casa…
Y regresas por algo para colgarte y realzar el sencillo vestido…
Si olvidas el labial, corres el riesgo que comenten sobre tu rostro “demacrado” y una vez que estas ultradelgada te cuestionaran por la salud y si subiste, querrán hablar sobre el estado de gravidez.
Y pensamos que ser hombre es más fácil. Pero ahora, ellos pasan por la vasectomía, ya les exigimos gimnasio porque un hombre fumador o bebedor, significa lidiar con gastos médicos a futuro y una posible depresión crónica, No le quieres sumiso, ni obediente porque dirán las amigas que le falta carácter, los queremos preparados e independientes, les admiramos como padres solteros, sin considerar sus sentimientos.
Ellos ya no pueden ser proveedores con tremendas listas de desempleo.
Otras todavía exigen el celo, porque luego se puede a pensar que no le importas… y cuando se te pasó la mano intentando provocarle y sólo conseguiste una mala nota a tu favor, molestos se reclaman que no defienden el amor…
Ser hombre o mujer, es igual de difícil en la actualidad, nadie tiene los patrones definidos, todos, según los investigadores estamos buscando ser entre el feminismo y las masculinidades.
Si encuentras a alguien toma su mano con paciencia, porque el amor tampoco es como ayer.