Por: Itzchel Moreno
Ser mujer y convertirse en madre, no garantiza la felicidad, tampoco es realización y más de una ha tenido la sensación de vivir una maternidad mal lograda, incluso frustrada por el miedo.
Otras deciden ingresar a las tendencias generacionales libre de niños, por la sencilla falta de instinto maternal o por evitar la responsabilidad de crianza y cuidado que los niños conllevan.
Existe otro sector de la población, en ocasiones, incluidos los hombres que señalan y critican a estas mujeres como “Mujeres superfluas”, porque simplemente no justifican su existencia en el mundo si no vinieron a procrear.
A lo largo de la historia sobresalen varias mujeres famosas que afrontaron esa decisión, buena o mala la vivieron con todo y sus consecuencias.
Lucrecia Cuevas, tamaulipeca, radicada en el Distrito Federal, reunió esas historias en “Maternidad y creación”, un espectáculo cultural que tiene la intención de focalizar esos sentimientos de mujer, que alguna vez invadieron a Pita Amor, Frida Kahlo, Violeta Parra y otras como Lupe Marín o Tina Modotti, mujeres revolucionarias en México que tomaban las primeras decisiones femeninas en contra de los establecido.
Hoy se dice que las mujeres más inteligentes tienden a tener menos hijos o a extirpar el instinto maternal.
En México, con base en cifras del Consejo Nacional de Población, la fecundidad ha experimentado un descenso desde la intervención de la píldora anticonceptiva a la vida en rosa de nosotras las mujeres.
Y la tasa de nacimientos se redujo de 3.20 en 1992 a 2.14 en el Estado de México, una zona con mayor urbanización y el factor al que los investigadores le atribuyen mayores oportunidades profesionales y laborales que le permiten a la mujer informarse y decidir.
En Tamaulipas, el número de hijos promedio por mujer es de 2.10 en el año 2009, cuando la media nacional es de 2.24 hijos.
Lo que significa que la entidad no posee serios índices de marginación social.
Y en el país en el año 2012 el 69.1 por ciento de la población femenina y sin hijos con secundaria completa o más, tenía una remuneración independiente en la informalidad.
Le seguían en el mismo porcentaje las mujeres con uno o dos hijos, contrario a lo que ocurrió con aquellas que tienen más de seis hijos, de las cuales sólo el 7.5 por ciento logra tener independencia económica.
Eso dicen las cifras…
Y en la intimidad las mujeres se confiesan por el miedo al matrimonio… “Yo no sé qué haría si alguna vez tengo que tener a lado a un hombre”…
“Yo tampoco me caso por miedo. Con la preocupación de no poder atender a mi perro, basta”.
La lista de dudas que ellas afrontan hacia el compromiso es interminable.
Y quizá lo describen como miedo, porque aún sus ideas se contraponen con el pensamiento de las madres tradicionales que buscaron un “buen partido”, para asegurar la posición de señora.
Pero hoy las señoras independientes también tienen respeto, logran ser felices con o sin hijos, desean sólo compartir en pareja y parece que poco a poco se disipa la idea de ver el matrimonio como una sociedad mercantil.