Por Arturo Rosas H
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- En unas horas, Daniel Mireles Alvarado y su hermano Luis, entrarán al quirófano del Hospital Regional de Alta Especialidad. El primero de ellos tiene 22 años de edad, recibirá un riñón de su hermano para salvarle la vida tras encarar un grave problema de insuficiencia renal.
Hace un año y medio, Daniel dejó truncado sus proyectos de vida, su trabajo como embalsamador y una niña de apenas un año que no ha podido disfrutar.
La operación de trasplante, en la que interviene un ejército de médicos y especialistas de éste Hospital Regional, se hará el miércoles seis de mayo.
Luis, el donador, tomó esta decisión sin titubear para entregar uno de los órganos a su hermano. Además, es compatible con el tipo de sangre B Positivo, una sangre difícil de encontrar.
En los mismos pasillos de este Hospital, se encuentra Valeria Maldonado Peña, una joven de 22 años de edad que recibió en donación un riñón de su padre, José Gilberto Maldonado Aguilar.
Ella se está recuperando, está en observación constante, pero dada de alta para hacer su vida normal.
Los últimos dos años, la familia de Valeria a vivido junto a ella, la crisis de salud que no se esperaba a esta edad.
Los dos pacientes, tienen 22 años de edad, y el mejor de los ánimos por salir adelante. Uno de ellos está deseoso de ser operado y Valeria, quiere estar recuperado lo más pronto posible para terminar su carrera en Ciencias de la Comunicación.
Los doctores y especialistas como el Nefrólogo Antulio Arael Silva, Javier Sigifredo Cavazos, el Doctor Julián Alejandro Caraveo Real, Jorge Salinas y José Sánchez Guevara, son una parte del equipo que realiza todo un proceso para la operación de trasplantes en el Hospital Regional de Alta Especialidad.
[su_pullquote align=”right”]Valeria al igual que Daniel tienen 22 años de edad; Ella recibió un riñón de su padre para seguir viviendo, a él lo operan en unas horas gracias a su hermano[/su_pullquote]
Entre sus pacientes están Valeria Maldonado Peña y Daniel Mireles Alvarado
Valeria es quien camina con más fuerza al lado de su padre y mamá Mirta Laura Peña Ibarra.
“Un doctor habló con nosotros y nos dijo: “médicamente estamos haciendo todo lo que se puede, ya lo demás está en manos de Dios, y yo respondí: en mejores manos no puede estar”.
Cuando José Gilberto, narra el proceso de una enfermedad como la vasculitis que, terminó afectado el riñón de su hija, sus ojos también hablan. Ha sido más grande el dolor de ver a su hija sufrir, que la operación que les realizaron el 25 de septiembre del 2014.
“La mayoría de la gente no conoce lo importante que es ser donador, y cuando te enfrentas a una situación así, vas a encontrar de todo, hay obstáculos que existen en el sector salud, y no se humanizan quienes están abriendo las puertas, pero también es oportuno que el sector salud implemente un protocolo más amigable para ayudar nuestros familiares”.
Mirta Peña, madre de Valeria, recuerda que después de vivir un año de hemodiálisis con su hija, la situación fue compleja y todos los cambios que tuvieron que asumirse dieron como resultado que su hija esté viva.
En la fundación ALE a José Gilberto le preguntaron ¿Duele mucho la operación?, “Bastante, pero duele más ver a tu hija en el estado en que se encontraba. Doné mi riñón y mejor su vida para no estar sujeta a una máquina y hoy está aquí, Viva”.
En el Hospital Regional de Alta Especialidad, se han realizado 29 trasplantes y hay un proceso de campaña para impulsar la donación de órganos.
Daniel Mireles, como otros de los pacientes, encontró en su hermano a uno de los principales donadores de riñón.
“Cuando me di cuenta de lo que me pasaba, el color de mi piel había cambiado, me agitaba sin hacer nada y hasta que me mandaron hacer unos estudios hace un año y medio, me dijeron que no traía sangre. Me diagnosticaron insuficiencia renal crónica y era necesario realizarme un trasplante de riñón”.
Para Daniel el tiempo se detuvo, no puede trabajar, no se puede divertir y tampoco disfruta a su familia. Es uno de seis hermanos.
Luis, trabaja como chofer en un microbús en esta ciudad y todos los estudios que se han realizado, han sido aprobados.
El nefrólogo Antulio Arael Silva, señala en entrevista que “una persona que va donar un riñón y que se demostró por exámenes que es una persona sana, no le va provocar ningún daño a su salud, el va seguir su vida normal y hay estadísticas que revelan que las personas que donan riñones, están en la misma calidad de vida por más de 40 años”.
Daniel recuerda que cuando comenzó a enfermar, en el trabajo le dieron todo el apoyo necesario para iniciar su proceso de atención, pero ahora, exige su operación porque “voy a regresar a mi trabajo”.
Añade: “Trabajo en una funeraria, era embalsamador, estaba practicando y es lo que sé hacer, me gusta mi trabajo y quiero regresar ahí”.
Un mes después de haberse casado, Daniel comenzó a ponerse más grave, a partir de ahí llegaron las consultas, hemodiálisis e iniciar la búsqueda de donadores y tuvo que pasar un año y medio para llegar a este día.
En horas estará internado para ser operado y después, añade: “Quiero volver a vivir como estaba antes”.