Por Itzchel Moreno
Un mitin matinal en los medios de comunicación, te hará recordar mañana que es el día internacional por la salud de la mujer.
Un día para recordar que las mujeres como parte de la salud aún no toman decisión en su cuerpo sobre el uso de anticonceptivos.
No podríamos celebrar, si aún existe una gran cantidad de mujeres solteras que no acuden a realizar ningún examen para prevenir el cáncer, por creer que el vivir solas les protege de esta patología.
Otro tanto de mujeres abusadas en casa, niñas sin escuela, niñas maltratadas y mujeres viviendo bajo la nueva forma de esclavitud; la sexual.
El no decidir sobre el uso de anticonceptivos, orilla a las mujeres al aborto y este ocurre de manera clandestina a diario.
Luego de su legalización en el año 2007, en el Distrito Federal, la propuesta llegó a muchos estados a través del Derecho a la Vida, se disfrazó el objetivo entonces para obligar a las mujeres a ejercer la maternidad o bien juzgarlas de padecimientos mentales en caso de consumar el deseo de interrumpir su embarazo en un territorio distinto al D.F.
Pero no se llegaría a esa parte del camino, si las mujeres no sólo descubrieran la libertad de decisión, pues desde que los anticonceptivos aparecieron la iglesia satanizo su uso, por una razón: la pérdida de control eclesiástico.
Pues uno de los motivos por el cual existe el maridaje entre una estructura gubernamental y la iglesia como institución, es asegurar a través de los hijos el nacimiento de la familia, con ello capital humano en tiempos de antaño y en la actualidad la permanencia laboral por necesidad de manutención de los hijos.
Las generaciones de jóvenes con decisión, provocan que las mujeres y hombres prolonguen la soltería, nacen los y las adultescentes.
Luego de estas decisiones entre hombres y mujeres, los hombres caminan erguidos por la igualdad que les otorga la historia, mientras que las mujeres merman su salud mental con la culpa.
La culpa por amar, de masturbarse, de necesitar, extrañar, incluso por sentir que engañas al tomar los anticonceptivos, sin el permiso de “su varón”.