Por Itzchel Moreno Maldonado
Con la evolución de la tecnología también evoluciona el amor y sus formas, incluida la violencia en toda relación de dos o más personas, considerando la apertura social, que ya hace presa hasta a los mayores de 60 años, de lo contrario, consúltenlo con Marío Vargas Llosa, que acaba de develar la novela de su vida.
Pero, en estas modernidades, las venganzas también se vuelven insospechables… Con la llegada de la selfie, muchas imágenes íntimas salieron a la luz y los que ofendieron por alguna razón, luego probaron la vergüenza de la exposición pública en las redes sociales.
Para frenar esta barbarie moral, el Estado de México realizó una modificación al artículo 269 bis, del Código Penal de dicha entidad y quienes incurran en difundir imágenes que se hayan intercambiado en un sexting, es decir, fotos poco explícitas pero con cierto contenido sexual.
El delito se práctica cuando se exhiben estas fotografías íntimas sin el consentimiento de la persona fotografiada.
Algunas de estas exhibiciones las hacen “los novios”, en venganza de las chicas, las chicas a su vez revisan todo dispositivo electrónico propiedad de ellos, en busca del rastro de “la otra”.
Pero cuando las venganzas llegan al uso de las fotos íntimas para causar vergüenza, quien lo publique incurre en un delito que cuesta en el Estado de México cuatro años de prisión.
Las presiones entre pareja van también a las redes sociales donde ellas y ellos, limitan a los amigos de la pareja con el “no la aceptes”.
De este modo se viola para ambos el derecho a la libertad de relacionarse.
La Doctora Georgina Tapale, Académica de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, explica que las parejas deben generar confianza y aprender a manejar las fases de espera e incertidumbre que se generan luego de una discusión.
Y agrega: “Si permitimos abrir la puerta de la prohibición, esa persona tarde o temprano insultara, gritara o violentara de alguna manera”.