Por Itzchel Moreno Maldonado
Siempre pensó que tal vez algunas mujeres tenemos ideas masculinas en un cuerpo femenino, indagando al respecto, encontró que la identidad sexual de una persona, se forman por tres aspectos el sexo biológico, sexo psicológico y sociológico.
Entonces intentó comprender por qué, a pesar de haber nacido niña, con genitales femeninos bien definidos. Su padre, esperaba al varón.
Nació a mitad del siglo pasado, sólo el padre en su imaginación auguraba un niño, y como aún no existía el ultrasonido ni consejos para definir el sexo de un bebé la decepción llegó con la noticia vía telefónica. Ah, porque muchos padres entonces no estaban cerca.
Jugar con carritos de metal y robots, que aún están en su memoria, fue parte del primer aprendizaje. Luego le rodearon los niños y la televisión.
Mamá, que también tenía implícito el valor del hombre sobre la mujer, no advirtió las experiencias para una niña que deseaba ser hombre para que mami le consintiera igual que a sus hermanos. Ese era en parte el aspecto sociológico que la niña recibía, lo forma el entorno, todo aquello que rodea a los hombres y las mujeres.
En el hogar toda duda de género era censurada, el enamoramiento inimaginable. Mamá que vivía a lado de un hombre con ideas machistas, consideraba que las mujeres que amaban a un hombre sufrían, eso le dejó como experiencia la infidelidad del marido, sus mentiras nada convincentes, los celos y la dependencia económica que generaba en casa para controlar.
Hay que evitar entonces que la nena (que al menos parecía nena), se enamorara.
Para entonces la nena tuvo dudas y creció hasta el día en que todos se preocuparon porque la nena no salía, no tenía novio, no soñaba con su boda, ni sabía convivir con sus congéneres.
Las ideas machistas del padre montan un operativo de rescate, pues esa mujer, que al menos físicamente lo parece, debía casarse., tener hijitos y comportarse como el resto de las mujeres de su edad… Pero tampoco ocurrió.
Ahora sabe que la orientación sexual, esa que le define como hetero, homo o bi, no tiene nada que ver con su conducta, se aceptó simplemente diferente, en un mundo con otro tono de rosa, quizá fiusha, con tendencia neutra.