Dejar a los hijos con el padre, es una decisión que están tomando las mujeres de hoy, algunas instituciones de educación primaria reportan un alto índice de padres solteros.
La práctica, aun cuando sorprende y hasta escandaliza porque es de suponerse que las mujeres poseen instinto maternal no es nueva, lo hacían las mujeres de antaño con mucha facilidad y no dejaban propiamente a los hijos con el padre, sino con algún adulto que deseara cuidarles.
Y es que en épocas de antaño los niños no tenían la importancia como personas que tienen en tiempos actuales, aún no eran la puerocracia que conocemos.
Ellos, los niños y sus necesidades, no existían antes del siglo XVIII, así lo refiere Philippe Ariés, en el capítulo II de la Infancia.
Después de esa época es cuando se generan artículos, canciones, escuelas y se estudia además la forma en que pensaban los niños y las etapas de crecimiento, es decir, se le reconocen sus necesidades personales en correspondencia a su edad.
En ese mismo libro “La Infancia”, Philippe Ariés escribe con base en frases que se trasmitieron en la época donde la misma demografía obligaba a los adultos a no encariñarse con los niños y a considerarlos poca cosa luego de su muerte. Un hecho que en aquella época ocurría con frecuencia.
En México aún a principios del siglo XX la propia incapacidad financiera para sostener a los hijos o las costumbres de la sociedad obligaban a deshacerse de los hijos. Esta vez no por un fallecimiento del infante, sino por pasar a otro hogar.
Las historias de familia hacen evidente esta práctica y siempre existe una abuela criada en la casa de alguna otra mujer, la hija que se casa por segunda vez y dejó los hijos con su madre, los niños que tuvieron que quedarse al cuidado de otra familia e incluso los hijos de un primer matrimonio que debían crecer en el internado por la boda del padre.
Y la suegra que ordenaba repartir a los hijos en la familia para que la nuera volviera a contraer nupcias.
Se cree que aquellos niños nunca se afectaron psicológicamente. Pero en realidad eran generaciones que no hablaban de sus sentimientos y aun cuando no se les reconociera como personas tenían recuerdos de infancia como los niños de hoy.
Ser padre o madre es responsabilidad, el afecto podría crecer con la relación, sin embrago, es justo aceptar que la historia demostró que no todos los seres humanos aceptan esa tarea.