Ciudad de México.- En busca de calmar las presiones que grupos de la oposición ejercen sobre la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, el ex mandatario Luiz Inácio Lula da Silva instó ayer a los brasileños a recuperar la confianza en la gobernante y respaldar el duro ajuste fiscal que ha propuesto, ya que “es humanamente imposible dirigir el país con esta crisis”.
Lula intervino en la apertura de una reunión de la dirección nacional del oficialista Partido de los Trabajadores (PT) y demandó a ese grupo político un “esfuerzo” en las cámaras legislativas para lograr la aprobación de las medidas de ajuste propuestas por Rousseff.
CRISIS. Lula, antecesor y mentor político de Rousseff, admitió que Brasil está sumido en una grave crisis económica y política y aseguró que la aprobación de las medidas “necesarias” para reanudar el crecimiento económico representa la “salida a esta situación”, que hace “humanamente imposible gobernar”.
El ex presidente reiteró también su condena a los intentos de grupos de la oposición por iniciar un juicio político contra Rousseff por unas maniobras que el gobierno realizó para maquillar sus resultados de 2014 y que aún se mantienen.
Según la oposición, eso supone un “delito de responsabilidad”, que la Constitución contempla entre las posibles razones que pueden llevar a la destitución de un mandatario.
JUSTICIA. Lula, sin embargo, rechazó esa opinión y aseguró que el PT debe “impedir” que “se siga hablando de una destitución” de Rousseff “cuando no hay ninguna base legal para eso”.
El ex mandatario brasileño reconoció que el gobierno y su partido “no pasan por el mejor momento”, lo cual se ha reflejado en las encuestas con un fuerte derrumbe del apoyo a Rousseff, que actualmente se ubica en torno al 8 por ciento.
Durante su intervención Lula no se refirió a los problemas que él enfrenta con la justicia, que comenzó a investigar tanto sus negocios como los de uno de sus hijos frente a sospechas de corrupción.