La publicación de los resultados de la primera evaluación del desempeño docente en la historia del país, lejos de ser interpretada como un diagnostico que permite conocer el nivel real de la capacidad que tienen los maestros, para a partir de esto comenzar a trabajar en corregir las fallas que se fueron acumulando, se convirtió en una gigantesca hoguera donde no basta con echar a los que fueron calificados con conocimientos insuficientes, sino a los que obtuvieron niveles buenos y suficientes.
Y es que por seguir una tendencia o por la inercia, los eternos críticos del sistema educativo no pueden volver atrás y dar un voto de confianza a los maestros de sus hijos, bueno con la excepción de quienes los tienen matriculados en planteles privados, porque sentirían que están contra corriente aunque también quedarían fuera de este linchamiento al magisterio que se ha convertido, lamentablemente en una moda.
Porque de pronto pareciera que muchos de los que escriben sin faltas de ortografía, se han dado cuenta que es un “don” lo que tienen y nunca necesitaron de un docente para aprender tampoco las reglas básicas de la redacción, postura ridícula que los lleva a cuestionar todas las normas que deben seguirse en una escuela pública aunque lo peor es cuando evaden su responsabilidad para fomentar los hábitos de estudio en sus hijos.
Sí hay que exigir que quien esté al frente de todos los grupos no sólo en donde está nuestro hijo, tenga los conocimientos, las aptitudes y sobre todo la vocación educadora, pero también hay qué ver para atrás y reconocer los errores que como padres hemos venido cometiendo que se reflejan en el poco interés que muestran nuestros hijos en la escuela, no irse por la fácil de hacer escarnio de la maestra o maestro y culparla porque no hemos correspondido con la parte que nos toca.
Qué bueno que comenzaron a evaluar a los docentes porque ellos mismo están conscientes y ávidos de nuevos conocimientos, de métodos modernos y más efectivos para que sus alumnos aprendan más y mejor. Porque al igual que en otras profesiones y oficios no es la remuneración el único objetivo, sino hacer un buen trabajo que guste y nos recomiende, para lo cual es indispensable aprender nuevas cosas que nos hagan ser mejores. Nadie trabaja para hacer las cosas mal, menos si nos gusta nuestro trabajo y a todos nos consta que esa es una característica de los docentes.
Ahora ya sabemos cómo está una parte de los maestros porque fueron evaluados públicamente, ¿habrá manera de que nos evalúen a los padres? Porque si nos autoevaluamos nos reafirmaremos como campeones de la subjetividad, por favor sáquennos de ese error. ¿Usted qué tan dispuesto está?
APUNTE.- Finalmente el maestro David López Vázquez pudo asumir la plaza directiva para la que concursó al arranque del ciclo escolar actual, misma que se le había escamoteado con artimañas basadas más en la grilla y en el afán de mantener cotos de poder y de corrupción.
El maestro López Vázquez forma parte de la nueva generación de directivos que por méritos propios obtienen una clave de ese nivel, pero como ocurrió con otros casos los grillos apelaron a su inexperiencia cuando precisamente muchas las ideas frescas vienen de personas con esa característica.
Desde aquí nuestra felicitación y los mejores deseos de que su trabajo sea tan efectivo como su preparación que tanto esfuerzo le costó. Enhorabuena director.
APUNTE.- ¿También eliminarán del cajero automático ubicado en el Palacio Municipal la opción de venta de tiempo aire? Porque sin saldo no hay redes sociales… Ah y cámbienle de una vez la configuración al poste ciudadano que está en contraesquina.
Aquí los veo, leo y escucho: @JosdelCarmenPR / [email protected]