A ninguno de los sectores productivos ni financieros les conviene que los ciudadanos pierdan el poder adquisitivo. Y a nadie favorece que se incremente el índice de la pobreza. Pero pareciera que a los partidos políticos que conservan la hegemonía política de este país, es lo que fortalece sus aspiraciones. Quizá por ese motivo cuando los dos entes políticos han ocupado el mando en la presidencia de la república, es cuando han alentado políticas que desalientan el empleo y que engordan las listas de los subsidios sociales.
Es una práctica que desvirtuó el sentido, la responsabilidad y la gobernabilidad de la república, en la etapa posterior a la revolución mexicana del siglo anterior. Ya que el fin de la revolución fue que los mexicanos dispusieran de tierra y libertad. Pero cuyas aspiraciones no trascendieron de ser uno de los mejores decálogos de la era revolucionaria.
Pues hubo tierra y libertad, pero como nación, el país retrocedió en autosuficiencia y autonomía alimentaria por la deficiente producción de productos básicos, como lo son el maíz, el frijol, la leche, el huevo y la carne. Cinco conceptos de la canasta básica, en el que el sector agropecuario tiene serias deficiencias. Y el sector social del campo es insuficiente.
Artículos de la canasta básica que durante una efímera época del siglo anterior, se producían en el sector social y que ciertamente se encarecieron cuando el sector privado ingresa a ese renglón de la producción, ya que hubo un desplazamiento por la llegada de la tecnología.
De tal manera que los habitantes del medio rural obtenían de la tierra y de sus huertos los productos para satisfacer el autoconsumo. Pero con la llegada de los gobiernos populistas, el sector social del campo pasó a formar parte de las listas de “raya priístas” y perdió la capacidad del autoconsumo.
Que construyeron un sistema de dependencia, ejercicio que cobró formalidad durante la llegada de los gobierno neoliberales, que dieron forma a los programas denominados de solidaridad, concepto que surgió durante el terremoto ocurrido en la Ciudad de México el 19 de septiembre de 1985.
Con el ex presidente Salinas fue cuando tuvo su máxima expresión, en Tamaulipas durante la administración del “maharishi”, que encabezó Manuel Cavazos Lerma. Para entonces en este país ya había obtenido triunfos la oposición representada entonces por el PAN.
Desde entonces pareciera que el demonio “beso” los territorios donde el neoliberalismo había sentado sus reales. A Tamaulipas le devino un desastre administrativo y social. Ha sido de las entidades más ofendidas del país, por los escándalos de sus ex gobernadores, sus ex diputados, ex presidentes municipales y hasta dirigentes partidistas, han purgado prisión.
Nada tiene que ver lo anterior con los agudos pronunciamientos del diputado panista y presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso tamaulipeco, Carlos García González, en relación a los acontecimientos de violencia en esta entidad, cuyos desplantes nada resuelven ni ahuyentan, sino más bien parecieran un imán del desborde de la inseguridad. Ayer al mediodía fueron evacuados quienes laboran en las agencias del ministerio público del fuero común, por la presencia de artefactos explosivos en el área de la coordinación estatal antisecuestros.