Por: Itzchel Moreno
En una charla entre varones fue sorprendente descubrir su visión acerca del rol de las mujeres en la sociedad.
Uno decía a otro: “No entiendo porque las mujeres hablan sobre su poder, si al menos en México siempre lo han tenido”.
¿Cómo?, le cuestioné y respondió: “Yo pienso que en México vivimos en matriarcados, nosotros (los hombres) queremos hacernos sentir que somos los que decidimos, pero es la mujer la que siempre une, es el pilar y ese es su poder, la familia. Tan sólo hay que pensar que ocurre cuando fallece la madre, todos se separan y en cambio cuando falta el padre todo sigue igual en casa”.
Ese hombre, aliado de las mujeres, siguió platicando acerca de que nosotras mismas perdimos ese poder al momento de salir de casa para buscar éxitos afuera, subrayó que eso tampoco tiene nada der malo, pero que nosotras deberíamos pensar primero en la casa y la familia, luego en el trabajo y la vida sería más llevadera.
El pensamiento de este joven maduro se generaliza un tanto en un grupo de varones, hijos de madres trabajadoras, casi las pioneras en México de esta presencia femenina.
Incluso en el libro de Proverbios capítulo 31, versículo 10 al 31, la Biblia habla de mujer trabajadora y un esposo confiado en ella, pues ella es fuente del bien y del mal.
La responsabilidad que se atañe desde esa época es mucha y además dice: “se levanta de madrugada, da de comer a su familia y entre otras cosas menciona que se complace en la prosperidad de sus negocios, engañoso es el encanto y pasajera es la belleza, menciona la Biblia.
Con base en INEGI y la información del Censo 2010, se muestra que de cada 100 hogares, 25 están cargo de mujeres, es decir mujeres jefas de familia.
Y sólo el 64 por ciento de las familias son tradicionales o nucleares, es decir, compuestas por un padre, una madre y los hijos.
La fuerza crece, ahora nos contabilizan, por tanto, deberíamos reflexionar en la educación de nuestros varones, reforzarla, para encontrar a diario hombres con respeto hacia la mujer, porque ellos dicen que sólo una madre, intentaría rechazar a la novia de su hijo y aún le descalificaría con algún comentario despectivo.
Pero un padre, nunca descalificaría a la novia de su hijo, sin importar su físico, la situación económica, intelecto o reputación.
Por tanto sugiero, dejar de actuar como el resto de la sociedad cree que somos, reflexionemos, la fuerza ya la tenemos, siempre la tuvimos, lo único que debemos de hacer es dejar de creer las malas observaciones que nos hicieron en el pasado como la clásica de “mujeres juntas, ni difuntas”.
Comencemos en casa respetando a la mujer que llega para apoyarnos en las labores del hogar y la que por necesidades económicas descuida a su propia familia, para ayudarnos a cuidar la nuestra.
Yo creo que es tiempo de reflexionar y dejar de comportarnos como la televisión dice que somos…
El poder de la mujer es grande, lo ha demostrado al apoyar incluso grandes movilizaciones sociales y no somos débiles porque hubo soldaderas, artistas y grandes abuelas que en los tiempos revolucionarios cuidaron también de otras mujeres.
La televisión dice que somos caprichosas, celosas e inseguras y muestra que la vida de una mujer gira entorno a un príncipe azul que le cambiará por arte de magia su vida.
Yo creo en los cientos de mujeres seguras conquistadoras que cambian su mundo por sí mismas.
¿Ustedes que piensan?…