Cientos de miles de personas salían a la calle este jueves en Francia en una nueva jornada de protesta, la décima, contra la reforma laboral del gobierno socialista, que ya ha advertido que no tolerará incidentes violentos como los de la última manifestación.
La marcha del 14 de junio se saldó con imágenes de guerrilla urbana, decenas de heridos y varios arrestos, en un contexto de gran movilización policial por la amenaza yihadista y la Eurocopa de fútbol, que Francia acoge hasta el 10 de julio.
Por su parte el presidente François Hollande reiteró que piensa ir “hasta el final” en la reforma.
“En este proyecto de ley iremos hasta al final, porque es esencial permitir a las empresas contratar más, tener más formación para los que están alejados del empleo, más contratos (de trabajo por tiempo) indefinidos”, dijo durante la inauguración de un centro social en París.
La manifestación convocada este jueves en París ha estado además marcada por la polémica.
A primera hora del miércoles el gobierno prohibió la marcha por razones de seguridad, después de que los sindicatos rechazaran una manifestación “estática”. Pero pocas horas después la autorizó tras acordar un recorrido restringido en la capital.
Finalmente la manifestación discurrirá por un recorrido de 1,6 kilómetros alrededor de la plaza de la Bastilla, símbolo de la Revolución Francesa.
“La manifestación oficialmente prohibida fue oficialmente autorizada a dar vueltas de manera estática. Valls es obtuso y confuso” escribió con ironía en Twitter Jean-Luc Mélenchon, el líder de la izquierda radical, en referencia al primer ministro Manuel Valls.
Desde que en marzo el gobierno puso en marcha su proyecto de reforma laboral, la movilización de los sindicatos ha sido importante a pesar de una participación desigual en las manifestaciones.
El 31 de marzo se celebró una de las jornadas de protesta más multitudinarias, con cerca de 390 mil personas en 250 ciudades del país, según el cálculo de las autoridades.
En paralelo, hubo huelgas en el sector de los transportes, de la energía o de la recogida de basuras que han afectado a muchos franceses y dieron mala imagen a Francia en las semanas previas a la Eurocopa.
El gobierno socialista, muy impopular, asegura que su reforma laboral servirá para luchar contra el desempleo facilitando la contratación. Pero sus detractores dicen que el texto, actualmente debatido en el parlamento, supondrá más precariedad, en especial para los jóvenes.
Frente a la firmeza del gobierno, los sindicatos han prometido seguir movilizados y anunciaron que ya tienen autorización para un nueva jornada de protesta el martes 28 de junio.
En los últimos días François Hollande había sido muy firme denunciando la violencia en las manifestaciones y amenazando con prohibirlas, algo que no ocurre en Francia desde 1962.
Aquel año una marcha por la paz en Argelia, en plena guerra de independencia contra Francia, convocada por el Partido Comunista y en la que participaba el sindicato CGT fue duramente reprimida y murieron nueve personas.
La decisión inicial del gobierno de prohibir la manifestación desató una ola de criticas de la oposición, desde la izquierda radical hasta la extrema derecha, que denunció la “debilidad” del gobierno.
En la última manifestación en París, varios centenares de personas, muchas de ellas con pasamontañas y armadas con martillos y proyectiles, atacaron a las fuerzas de seguridad.
También hubo destrozos en bancos, comercios y edificios públicos, entre ellos un hospital infantil, que desató una ola de indignación.
Además de en París, este jueves están previstas marchas en otras grandes ciudades. También se prevén huelgas aunque los transportes deberían funcionar normalmente.