Las reflexiones que compartiremos en esta ocasión giran en torno a los marcados distanciamientos de diferentes actores políticos que nos muestra la realidad histórica, a lo cual, no es posible sustraernos; por el contrario, estamos obligados a abordarlos con la objetividad y en la justa dimensión en que se hacen presentes.
Las coincidencias y las divergencias resultan circunstancias y narrativa misma de los diferentes actores políticos, independientemente de la ideología que enarbolen y/o corriente política que representen; de ahí que ya normalizamos las diferencias de opinión y decisión, incluso, entre quienes, guarden estrecha afinidad política.
Bajo un simple, el más básico, razonamiento, habríamos de suponer que los alcaldes de cualquiera (el que usted guste) de los 43 municipios de nuestro estado y los legisladores locales de sus respectivos distritos trabajan en sinergia o, al menos, en coordinación, en los casos en que tengan el mismo origen partidista o coincidan en la afinidad política.
Debemos reconocer como legítima toda aspiración política que atesore cualquier persona, al amparo mismo de sus derechos fundamentales; sin embargo, también debemos precisar que cada proyecto político, de manera natural, se constituye como generador de sus propios intereses, tiempos y formas, a fin de lograr los objetivos dispuestos por el proyecto mismo.
Es precisamente, a partir del reconocimiento y/o desconocimiento de la afinidad política y de los proyectos políticos personales que se suscitan,justificada o injustificadamente, las brechas y rompimientos entre los actores de la escena política de todos los órdenes de gobierno.
Precisamente bajo ese contexto, en nuestro estado se surten distanciamientos políticos que claramente pueden, y deben, leerse, a la luz de hechos que la propia escena pública nos ha expuesto; de ahí, algunos casos específicos.
En el caso de don Eduardo Abraham Gattás Báez, presidente municipal de Victoria, y las diputadas locales integrantes del grupo parlamentario del Partido Verde, Blanca Aurelia Anzaldua Nájera y Judith Katalyna Méndez Cepeda de los Distritos XIV y XV, respectivamente, los cuales tienen su cabecera en nuestra capital.
Es evidente la distancia política subsistente entre el alcalde y las referidas legisladoras representantes de grupo parlamentario del Partido Verde, pues en los momentos en los que Lalo Gattás ha requerido apoyo, las diputadas se han mantenido al margen ynunca le han mostrado su respaldo; basta con recordar que en el conflicto suscitado entre la síndica y regidores del ayuntamiento con el munícipe victorense, las legisladoras verdes en ningún momento dieron muestras de respaldo en favor del munícipe, tan es así, que la denuncia formalizada ante el Congreso Local, continúa en trámite y se encuentra en estado de dictarse resolución definitiva.
Por su parte, en el norte, el rompimiento entre Carlos Peña Ortiz, presidente municipal de Reynosa, respecto de los diputados locales, Marco Antonio Gallegos Galván, Humberto Armando Prieto Herrera, Guillermina Magaly de Andar Robinson, Eva Araceli Reyes González y Armando Javier Zertuche Zuani, es tan vigente como irreversible.
En este caso, fue público que todos los referidos diputados locales, en su oportunidad, participaron en el proceso interno morenista, a través del cual se definiría al candidato a la presidencia municipal de Reynosa; sin embargo, la historia da cuenta que “el Makito” resultó el vencedor, tanto en ese proceso interno como en la elección externa, de ahí que en la actualidad es el munícipe.
Aquí lo hemos sostenido, las diferencias existentes entre el alcalde Carlos Peña y los diputados locales coordinados por Humberto Prieto se han recrudecido, en virtud a que el Ayuntamiento de Reynosa, en ejercicio de sus facultades autónomas, planteó el paquete de valores catastrales y la ley de ingresos que considera corresponde a la realidad histórica en que se encuentra dicho municipio, lo cual, según se comunicó públicamente por el propio presidente del Congreso no serían aprobados por ese Poder Legislativo.
También en el norte, pero en Matamoros, el diputado reelecto y representante del distrito XII, Isidro de Jesús Vargas Fernández se encuentra muy, pero muy, distanciado, del actual presidente municipal, José Alberto Granados Fávila.
El distanciamiento se gestó desde la legislatura local pasada, pues recordemos que el diputado Chilo Vargas le entregó total lealtad, al entonces alcalde matamorense y actual diputado federal Mario Alberto López Hernández, mismo que, pública y permanentemente, “hizo todo lo posible” para evitar que Beto Granados se hiciera de la candidatura morenista y, eventualmente, accediera a la sucesión de la presidencia municipal.
Es decir, en el proceso interno, Mario López “la borrega” y su equipo, entre ellos, don Chilo Vargas, hicieron lo posible para frustrar la ascendente carrera política de Beto Granados, pues recordemos que en ese intento, este fue objeto de descalificativos como el de “traicionero” y otros de peor denostación; ese daño públicamente perpetrado, trajo consigo la desconfianza y marcada distancia entre el actual alcalde matamorense y el diputado local, Isidro de Jesús.
En el sur del estado no es la excepción, también existen rompimientos, pues en Altamira, el presidente municipal Armando Martínez Manríquezse encuentra confrontado con el diputado local Marcelo Abundiz Ramírez, recordemos que este se apuntó en el proceso interno morenista, en virtud a que aspiraba a la alcaldía del mismo municipio; a partir de ahí, se acentuaron las diferencias.
La brecha se ensancha entre los referidos servidores públicos, al grado de que el alcalde mantiene muy limitadas las invitaciones al diputado local, a fin de evitar su exposición en eventos públicos organizados por el municipio; además, de que, desde la propia oficina del alcalde, ya se definióinstrucción para evitar cualquier apoyo que redunde en favor del crecimiento político del diputado y su equipo cercano.
Estos son solo algunos de los ejemplos que expone nuestra realidad política y, por supuesto, los que se gestarán, a partir de los desgastes que arrojen, tanto el quehacer público, como los proyectos políticos personales.
En conclusión, la realidad de nuestro estado nos muestra que los distanciamientos y los rompimientos entre presidentes municipales con losdiputados locales respectivos, no obstante que representan al mismo partido y/o guardan afinidad política; situación que, incluso, hemos normalizadoy la escena pública y mediática da constancia de ello.
Recordemos que “todo rompimiento implica daño”, entonces de qué tamaño será el daño a facturar a los tamaulipecos?